lunes, 30 de mayo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El galápago indefenso

 



30 de mayo, lunes. La red de riegos de la huerta es un laberinto de gomas, empalmes, conexiones… Cada vecino ha hecho lo que ha podido. Algo así como decir lo que les ha venido en ganas. Hay tal entramado de llaves, que casi hace falta un manual para medio entenderlo. Da igual.

A lo que iba. En el interior de las tuberías vive un galápago.  Los galápagos son tortugas de agua dulce. Un vecino que sabe mucho, bueno que sabe de casi todo, y entre nosotros lo tenemos considerado “como un abogado de secano”, dice que es un galápago. Lleva razón.

Durante meses y meses el galápago no se ve. En el tiempo de invierno, nunca. No sé cómo el animal puede vivir en perenne oscuridad y en un espacio tan reducido como es el diámetro interior de una tubería de riego. Es probable que haya querido salir a otear el horizonte. Solo aparece en verano…

Por un extraño instinto estos seres viven en las proximidades del hombre. Hay muchos animales a los que el hombre ha amañado para tenerlos en su cercanía y luego hacer uso de ellos. Que yo sepa, salvo en esos restaurantes exóticos donde sirven ‘sopa de tortuga’, la gente con la que me codeo no hace uso ni poco ni mucho de ninguno de estos animalitos.

Es posible que haga algunos días que ha decido salir a ver cómo está el panorama. No me había dado cuenta. Este fin de semana han venido a pasar el día con su abuelo los nietos de un vecino que viven fuera. Esos nietos son de la mismísima piel del diablo. No dejan tranquilos a los gatos, a los perros… No están quietos – según su madre ni cuando duermen – nunca

Han descubierto al pobre galápago. Han tenido la ocurrencia de invertirlo y dejar que su caparazón diese sobre el suelo duro y la panza expuesta al sol de media mañana.  El pobre animal se debatía agitando las patitas cortas y gruesas sin conseguir alcanzar la posición original con que la naturaleza hizo que viniesen a este planeta. Los niños – en su crueldad infantil – se reían inconscientemente. Les he llamado la atención y luego, cuando lo he puesto en su posición natural, el animal despacio, con sus patas en movimientos descoordinados se ha introducido por la oquedad de la tubería….

 

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