jueves, 6 de julio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Zurbarán, el primor de la luz

 

               



6 de julio, jueves. Francisco de Zurbarán y Salazar es uno de los máximos pintores españoles del siglo XVII; si embargo, es uno de los más desconocidos. Es más, a pesar de la enorme calidad de su pintura, es uno de los pintores que carecen de la popularidad de la que gozan otros y, al que se cataloga, habitualmente como el pintor “de frailes y bodegones”.

Zurbarán nació en el pueblo extremeño de Fuente de Cantos, Badajoz, junto a la Vía de la Plata. Vivió en Llerena, Sevilla Guadalupe, Jerez de la Frontera y Madrid. En casi todos los lugares fue de la mano de su pintura donde la ofreció a conventos, cenobios o particulares que se acercaban a la calidad del pintor tan enorme.

No es ninguna sorpresa que este hombre, ‘un pintor de pueblo’ como algunos le catalogaron sea uno de los más grandes pintores místicos de toda la pintura española. Amigo personal de Velázquez – de su mano fue a Madrid – nunca ostentó una vida de excentricidades. Con ocho años ya su padre que vio las posibilidades que tenía el niño y lo puso, en Sevilla a ‘aprender’. Luego, su vida, - se casó tres veces – transcurrió por los derroteros propios de la persona que vivía de su trabajo, con penalidades, al final, como era norma y costumbre en aquel tiempo.

Su obra más excelsa está en la sacristía del convento de Guadalupe en Cáceres. Su colección de retratos de los cartujos le donó el apelativo de “pintor de los frailes”. La colección de obras que tiene el monasterio cacereño como la esparcida por todos los lugares del mundo hace el apelativo sea más que merecido. Ningún otro pintor ha reflejado como él el misticismo de aquellos hombres entregados al fervor de la religiosidad.

La pintura de Zurbarán no se queda solo en el aspecto religioso. Zurbarán pinta en sus bodegones, a diferencia de otros que pintaban la naturaleza muerta, lo que es la esencia de la vida, en las frutas, en las rosas, en los instrumentos de todo lo cotidiano. Por cierto, de las penalidades económicas de los últimos años de su vida habla la escasez de objetos que aparecen relacionados en su testamento, como era costumbre en aquel tiempo, lo que viene a decir, según algunos estudioso, que murió sin abundancia de ‘materialidad’.

Francisco de Zurbarán nació el 7 de noviembre de 1598 y murió en Madrid el 27 de agosto de 1664.

 

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