lunes, 10 de julio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Antúnez, un cliché con mucha actualidad


 


                    El Zurra. José A. Antúnez


10 de julio, lunes. “De segar de los secanos / ya vienen los segadores / de segar de los secanos / de beber agua de aljibe / toda llena de gusanos”. Cantó el Nuevo Mester de Juglaría, cuando hurgando en el folclore sacaron a flote la realidad social que entonces azotaba el campo.

José Antonio Antúnez ha colgado una muestra de su pintura en la Galería (Fuentarriba, Álora). No es una pintura que pase desapercibida ni por la temática social, ni por el lugar, ni por el cromatismo que emplea el artista.

Antúnez ha sido un poco – o un mucho – el notario de una Álora que fue y de otra que aún hoy perdura. Personas, personajes, lugares, realidades de la vida social, de esa que vemos cada día y que a veces, a fuer, de mirarla casi no la percibimos.

Tiene un cuadro (lo ha titulado El Zurra) que refleja una acción de siega. La cuadrilla, en el tajo; un chaval acarrea el agua en un recipiente de barro. Según me explicó el día de la inauguración, ‘ el zurra’ era el nombre que se le deba al chaval “que por la comida prestaba el servicio de llevar el agua a los trabajadores”.

No conocía esa acepción de la palabra. He consultado los Diccionarios de la RAE, el María Moliner,  el Julio Casares y el Spes (latino-español) y ninguno de los cuatro recoge el término. Así que además de agradecer a Antúnez la aportación pictórica, casi sin proponérselo, ha recuperado una palabra del riquísimo vocabulario de la Lengua Española que, poco a poco, se renueva y que, sin embargo, otras se van al olvido. Cosas de los tiempos.

El autor hace una eclosión de colores con una fuerza inusitada en la obra. El otro día, Tomás Salas, en un magnífico artículo como nos tiene acostumbrados, hablaba de pintores con enorme fuerza. Yo, me atrevería a añadir, dentro de mi muy mínimo conocimiento en el mundo pictórico, a Rafael Zabaleta (que tiene un magnífico museo en su pueblo, Quesada, en Jaén; a Zuluaga y el manchego Benjamín Palencia.

Salvando las distancias, obviamente, por esos derroteros se me antoja que pude ir la pintura de Antúnez: campo, contrastes de ocres y luces, fuerza en el colorido expresivo, gente del pueblo llano, gente anónima con una expresividad que transciende. Una eclosión de colorido, de luces y de sombras. La Galería (gracias, Blanca) una vez, apuesta por la calidad de los artistas locales; Antúnez, un botón más de muestra. 

 

 

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