lunes, 17 de julio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Guadalhorce, río nuestro (1)

 

                           


                 Fuente de los Cien Caños. Villanueva del Trabuco (Málaga)

 

Nota. Estos cinco capítulos forman parte de un trabajo, El río nuestro, publicado en la Revista Desde el Alto Guadalhorce, coordinada por Francisco Campos, Gerásimo Arjona y José M. Martos en 2011 

                                

En Los Alazores se da la vuelta el viento. Si el viento viene de Granada trae la cara de nieve y un nudo en la garganta: ‘cuando te perdió el rey moro, Granada por ti lloró’; suspiros y rabia; mucha rabia. Si sube de la mar – la mar de Ulises, de sirenas embaucadoras y traíñas que capturan azules y espuma – trae sabor a sal y brea.

El río echa por el camino de en medio. A un lado la sierra de San Jorge; al otro, Gibalto.  Aulagas, espinos y flores con ribetes de oro viejo; encinas, chaparros y quejijos; melojos, cornicabras y rosales silvestres… Ladera de piedra. En lo alto, casi siempre el cielo limpio, azul, diáfano y alguna nube perdida que va a alguna parte…

Un camino lleva a la Fuente de los Cien Caños. Se derrama el agua de cristal; rompe la caliza. Se precipita, baja a borbotones - Va al encuentro con su razón de ser, o sea, con el río. El tránsito, corto; la belleza, enorme. Higueras, sauces, fresnos, chopos. Hay quien cree que el río nace en la fuente. No, lo hace dispersos por afloramientos entre la piedra gris de la caliza.

El arroyo de las Hazas de las Matas le tributa antes del llegar al Cortijuelo. El río es espada que abre herida cuando pasa por el pueblo. Flores y plátanos orientales; un río remansado… Cuando los que saben del tiempo dicen de gotas frías y esas cosas, entonces… Entonces es un bicho desbocado que no conoce a nadie.

El río pasaba por el centro del pueblo. Los niños de la escuela, que estaba junto al río me contaba mi hermano electo Fulgencio, cuando salíamos al recreo meábamos en una orilla a ver si éramos capaces de llegar a la otra, pero… ya se sabe, ni cuando se es niño (eso no me lo dijo Fulgencio, pero yo lo sé).

El pueblo – Villanueva del Trabuco – recostado a pie de sierra. Olivares y campiña. El río se va, después, para tierras del Rosario; es hilo de plata entre vegetación de ribera. Cauce estrecho, besos de una a otra orilla…Aguas abajo, parque de orquídeas, regates de amor e historia. Archidona es la gracia de la Virgen de Gracia.

 

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