viernes, 4 de marzo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Idus de marzo

 


 

4 de marzo, viernes. Hace un tiempo raro. Ayer tarde llovió con tiento. Ha soplado el viento con fuerza casi toda la noche… Acaba de arrancar marzo. Dice el refrán que “en febrero busca la sombra el perro; en marzo, el perro y el amo”. Febrero ha sido atípico. Ha roto los pronósticos.  El mes que acaba de irse, ha traído bajo el brazo un compendio de desdichas.

No sabemos qué nos deparará el mes recién nacido. A César le dijeron que se protegiese de los Idus de Marzo. Más o menos, y miren cómo terminó la historia aquel día en el Senado. La conspiración se salió con la suya y el puñal certero no erró en el destino.

El pueblo de noche sobrecoge. No bajan coches por la avenida rompiendo el silencio. Hay un hálito de tristeza en el aire. No hay gente por la calle. Solo a ciertas horas, el personal que cierra los barres arrastra los cubos de basura hasta los contenedores; luego, otra vez vuelve el silencio.

Dicen que va a venir frío. Nieva en la Sagra y en otros puntos de España. Con estas noticias me siento a leer delante del balcón y veo como titilan las luces de enfrente en esas horas lentas, casi tibias antes de que llegue la madrugada.

Esta noche sí ha ululado el viento en los tejados y ha habido sensación de frío. Estamos en la salida de los meses de más rigor del año.  Ya han florecido antes de tiempo los rosales, están ahítos los geranios y están cuajadas de azahar las huertas…

Lo que no ha cambiado es el comportamiento de algunos hombres. A veces opto por no conectar con los telediarios. Hay torbellinos de malas noticias. Se pisan unas a otras. Me pregunto si en el mundo no ha pasado nada bueno.

Hace unos días leía a un articulista. Venía a decir que donde ahora se sienta Biden, se sentaba Reagan; donde Boris Johson, Margaret Thacher; donde el Papa Francisco, San Juan Pablo II y en el asiento de Putin, Gorbachov…. A lo mejor ahí puede radicar esta ausencia de buenas noticias, o si me apuran de otras que traigan algo de brisa gratificante.

No tienen la culpa, por supuesto que no, pero flota una sensación de miedo, de hastío, de impotencia… Todo muy raro, inexplicable ¿Habrán dejado abierta alguna ventana del infierno?

 

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