jueves, 3 de marzo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pincelada blanca en la caliza

 

      


                                                      A mi amiga Marisa Segura. 

3 de marzo, jueves. Deja la carretera que te lleva a Ronda. A la izquierda, el Cerrato; tú, a la derecha. Cuando entres en Cañete – Cañete la Real - debes saber que lo haces en la Sabora fenicia y luego la Flavia Sabora romana o en  el Hisn Cannith de los árabes. Sea como fuere, Witiza el godo, le concedió el título de ‘Real’.

Bosquetes de encinas, monte bajo, roquedades de caliza, romero y tomillo… Respiras campo. 

Llégate al convento de San Francisco y a la iglesia de San Sebastián…  Probablemente lo que más te salte a la atención es la manera como llaman a su Virgen, “la Virgen de Cañosanto”. 

Dicen que el nombre, es por la abundancia de agua que mana en multitud de caños dispersos por el pueblo. Pero fíjate a lo que puede conducir un trabalenguas inoportuno, del que ¡líbrenos Dios! nadie puede decir “de esta agua no beberé.”

Si dispones de tiempo, no sería mala idea que des un paseo por las sierras cercanas. Ortegícar, al frente; el Cerro del Castillo, casi al alcance de la mano. Estás a medio camino entre la Depresión antequerana y la Serranía, o lo que es lo mismo: se acaba la llanura cerealista y comienza la sierra. Te hablarán de cuevas con tesoros escondidos y bandoleros fugitivos y aventureros que andaban los caminos, o de la que se escapó porque su “gente no quería al novio…” 

Leyendas y fantasías.  Las gentes sencillas de los pueblos las creaban y daban riendas sueltas en las largas noches de invierno cuando se sentaban a hablar junto al calor de la lumbre. 

Si cuando vuelvas de Ortegícar dispones de tiempo, párate junto a la carretera. A la derecha, después de salir de una curva, a tus espaldas el río Guadalteba y la sierra. Mira el cortijo que tienes enfrente. El de la palmera solitaria. No tiene pérdida porque es el único. Comprenderás ahora por qué los fenicios la llamaron Sabora. (Dicen los que saben de etimología y esas cosas, que ebura significa ‘cereal’). Pues eso, aquí forma parte del paisaje mismo.

El pueblo ha cambiado tanto, que para igualarse a otros y no ser menos hasta tiene un puñado de esos bancos que yo he dado en llamar “el banco que nos une”. Los españoles discrepamos en casi todo, menos, en ese dichoso banco. Lo vas a encontrar en muchos sitios…

 

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