lunes, 2 de agosto de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Málaga de entonces

 

 


No era una ciudad grande, en el sentido de lo que hoy se entiende por grande, con  notables edificaciones. Málaga vivió del mar, de su bahía y de las producciones agrícolas que se daban en su entorno. La vicisitudes políticas del desmadejado reino nazarí, le afectaron de manera muy decisiva.

El pueblo era fiel seguidor de Boabdil que penaba al ver la imposibilidad de mantenerlo con pactos frecuentes ante el poderío que tenía en la mente de Fernando, el Católico, en los pactos, un enemigo aún más poderoso que la fuerza militar que aportaba Isabel como cabeza visible de Castilla.

La ciudad, su núcleo principal, estaba amurallada como cinturón de defensa. En su muro se abrían puertas que, cerradas por la noche, daban seguridad a los moradores frente a posible ataques de los enemigos.

La Puerta de Granada, entre dos torres, estaba al final de la calle que aún conserva el mismo nombre y se abría  a la plaza de la Merced. Desde allí arrancaba una muralla que corría por lo que hoy es Calle Álamos. En su mediación, se abría la Puerta de Buenaventura – la librería Proteo que recientemente fue devorada por un incendio ocupó una de sus esquinas – que permaneció en pie hasta 1880. Tenía un recinto abovedado en la parte superior para resguardo del vigía de turno.

La muralla continuaba por la Calle Carreterías, donde se levantaba la Puerta de Antequera, en pie hasta 1788. Su nombre, obviamente lo confería el camino que llevaba a la ciudad aludida o desde donde se podía venir. La margen izquierda del río sostenía la muralla que terminaba en lo que hoy se conoce como Puente de Santo Domingo. Una torre lo protegía, una riada en 1661, acabó con ella. Por allí se comunicaba con los arrabales.

Entre Atarazanas, con dos torreones – había dos, una marítima que entendía de reparaciones de barcos y asuntos de navegación y otra, terrestre, de carácter administrativo – y cerca del río estaba el espolón de Torregorda que salvarguadaba la bahía por poniente. En el otro extremo, el Castil de los Genoveses. En medio, Puerta del Mar y la Puerta de Espartería o del Baluarte.

En la parte oriental, las defensas militares. Allí se ubicaba la Alcazaba. Una muralla, llamada después muro de Santa Ana, cerraba el perímetro hasta unirse con la Puerta de Granada; por el otro, protegía de las posibles incursiones por mar a través de la coracha marítima…

 

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