domingo, 1 de agosto de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Palmitos

 

 

                                            


Francis Carter, ciudadano británico de finales del siglo XVIII, seguidor de las corrientes imperantes basadas en los conocimientos de Geografía fue un conocedor de España, y sobre todo de la provincia de Málaga.

Pasó por Oxford. Hombre culto, inteligente y con hábil manejo de los pinceles dejó memorias de personajes, paisajes y costumbres con las que entró en contacto en sus viajes por España. Residió un tiempo en Málaga, donde se le atribuyen correrías amorosas.

De su obra, sobresale Viaje de Gibraltar a Málaga. Se apoya en citas de Plinio, Ptolomeo y Estrabón, y da a conocer la Historia Antigua de Málaga por la que sentía una predilección especial. El 3 de julio de 1772 la abandonó con destino a Bristol. Dijo que “dudaba que existiera en el mundo un lugar tan merecedor de atención por su clima suave y fértil, por su Historia Antigua y por sus dones y bendiciones naturales”.

Además de aportaciones de gran relevancia histórica, no dejan de asombrar los apuntes que ofrece sobre las cosas pintorescas como, por ejemplo del palmito, hoy planta protegida por la Ley pero en el siglo XVIII algo consustancial con la forma de vivir.

Describe la planta de la que dice que tiene una raíz gruesa. Su alimento es sano, sabroso en su parte tierna. Sus frutos a modo de dátiles, son del tamaño de una ciruela, de color rojizo y con hueso.

Cuenta que los romanos lo conocían y apreciaban mucho, hasta el punto de inmortalizarlo en la moneda de la antigua ciudad de Laelia (Aracena) considerándolo como uno de los buenos productos del terreno. Digo yo, que si Carter volviese en estos tiempos por aquella Sierra, a lo mejor mudaba de manjares…

Informa que en Marbella (esa confinada ahora por mor de la pandemia con protestas incluidas de su alcaldesa) terreno baldío al oeste de Río Verde, se producen en gran cantidad y aporta como dato curioso que en 1485, el Rey Fernando al mando del ejército en las tareas de conquista, sufrió un gran revés en aquellas tierras, al no llegar los barcos hasta la costa por culpa de los vientos y temporales con las provisiones y que “salvó a su ejército morir de hambre manteniéndolo durante unos días con estos palmitos”.

En el siglo XX, muy posterior a Francis Carter, los cogollos del palmito fueron la base de una economía de subsistencia, a modo de pleita, para muchas familias, pero esos son otros lópeces…

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