jueves, 8 de abril de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Grandes pequeñas historias

 

 


El pueblo tiene tres partes. El entorno del castillo, el área de influencia de la Fuentarriba,  y los bodrios del desarrollismo que se prolongan hasta más allá de la Fuente de la Manía. Es crecimiento anárquico. Como éste lo encuentras en muchos sitios…

En la Fuetarriba pregunta, si encuentras quien te lo explique, por el “Cristo del Marcelo”. Hay una leyenda dura, muy dura, pero… Ya sabes ¿qué hay de verdad en las leyendas urbanas?, y en la calle Encinasola que aquí se le sigue llamando Rosales (eso de querer implantar nombre sobre nombre, tiene su miga), por la Capilla del Santo Cristo del Portal, que casi siempre está cerrada. Patea el Bajondillo, por ciert, conserva “Herradores” con “Escribanos”  los únicos nombres gremiales que han pervivido.

Desde la Cancula a la iglesia, aunque hay otra, la de la Vera-Cruz, se entiende la parroquia de la Encarnación, está comprendida la expansión entre 1600 y el siglo XX. Según épocas, economías, y caprichos, hay de todo. Anda sus calles. Suben, bajan, trepan…

Tiene rincones de un sabor único. Se ve la mano del buen gusto, de un alcalde que erigió un monumento a la mujer faenera. La obra en sí, es artísticamente ‘manifiestamente’ mejorable, pero como es de lo poquito que tenemos…

Frente a ella, otro alcalde tuvo una idea genial. Convirtió una pared lisa y fea en un jardín colgante. A lo mejor me paso si te digo que es bellísimo. Claro, debes entender que según qué temporada del año, las plantas sufren más - más bien más – que menos, las inclemencias del tiempo. Está en el entronque de Cantarranas y Algarrobo. Un par de casas más abajo, se crió de niño, una gran realidad de la novela histórica en Álora, Lucas González Rengel. Hace poco publicó: “El hijo del capitán”. Si no la conoces, cuando tengas tiempo…

En la misma calle vivió José Martín. Plasmó con su objetivo de fotógrafo, la realidad social del pueblo y Frasquito José, carpintero, realizó el trono del Santo Entierro. Lo dejaron de procesionar porque pesaba mucho…

Cuando yo era muchacho, casi al final de la calle, vivió  postrado en una cama, y murió Manuel Álvarez Martín, “Manolo el Mutilado”. La nieve, en el frente de Teruel, lo dejó inválido para toda su vida. Nosotros – algunos de nosotros - íbamos a verlo… No he estado jamás más cerca de un hombre tan bueno…

2 comentarios:

  1. ¿Tú sabes, querido Pepe, que mi padre estuvo en la Muela de Teruel con aquellas nieves horribles, y allí lo tomaron prisionero con sesenta más y se pasó once meses en campo de prisioneros de la zona roja? ¡Quién sabe si Manolo el Mutilado y mi padre se conocieron, en enero, en el helor de allá arriba...!

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    1. ¡Qué curioso! Cada día se aprenden cosas... Aquellos hombres pasaron demasiadas privaciones además de sufrir lo que ya la guerra de por sí traía...

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