viernes, 26 de marzo de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Conchas finas

 

 

                                      


Crudas o a la plancha, con un chorreón de limón, un poquito de sal y un espurreo de pimienta negra. Así es la manera más usual de consumo, aunque según el sitio pueden agregarle algunos otros condimentos, sobre todo si su consumo es en crudo. Hay cocineros que las preparan al ajillo, con salsa picante, al pilpil con ajo y cayena e incluso a modo de sushi.

Entran dentro del grupo de los moluscos. Vive en zonas arenosas, hasta el punto que el color de la arena condiciona el de la concha – es un bivalvo – que pregona el sitio marino donde se crió. A veces llega hasta los cien metros de profundidad. Se les conoce como almejas de Málaga pregonando donde se criaron o dónde su consumo llega a parámetros elevados.

Con un golpe seco se propicia la labor de limpiarlas. Ese golpe hace que el molusco sufra una contracción y con un cuchillo, mejor un medio cuchillo, permite su apertura. Recomiendan los gastrónomos que en la media de los posible se conserve el agua de mar que llevan en su interior porque eso les hace que su saber sea algo así con paladear una ola pero sin la salinidad de la superficie.

Las conchas finas entran, en su identificación, en el grupo de moluscos bivalvos, carecen de cabeza diferenciada  y tentáculos y viven en las cercanías de los litorales marinos aunque tampoco se descarta que algunos lo hagan en profundidades abisales.

Se alimentan filtrando el agua durante las horas de mareas altas de donde extraen su alimento. Tiene un pequeño pie que le permite enterrarse en la arena y casi carece de movilidad. Cuando se mueve utiliza un músculo que le permite, además, enterrarse en la arena.

La salinidad y movilidad del agua no tienen gran influencia en estos moluscos si bien prefieren mares de aguas tranquilas en contraposición a las turbulentas. Entre los moluscos bivalvos más conocidos están la ostra – que no es propia de las costas del litoral malagueño – la almeja, la navaja y el mejillón.

Par acompañar su consumo estos manjares marinos piden un vino blanco afrutado, sin alta graduación y si es posible frío o muy frío lo que hace que se potencien sus sabores, y se pueda soñar con eso que se llaman cantos de sirenas que caminan por olas de nácar. Ya ven con cualquier cosilla come uno…

 

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