lunes, 22 de marzo de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aquí nació la Lengua

 

 

 

                                                                                                                                             


 

San Millán de la Cogolla es un monasterio riojano a orillas del río Cárdenas, ubicado en la Sierra de la Demanda. La Demanda, conjuntamente con otras, Montes de Oca, Cebollera (donde el hayedo de Santiago, uno de los parajes más bellos que uno puede encontrase por aquellas tierras), Picos de Urbión, Serranía de Cuenca, Albarracín, Moncayo, que casi es Aragón…, y que memorizábamos cuando muchachos, forma parte del Sistema Ibérico.

Allí, en San Millan (cogolla viene de cuculla, cerro) se recogió en las Glosas Emilianenses el nacimiento de dos lenguas, la castellana (a mí me gusta más llamarla así) que española, y el euskera, o sea, que acunaron a dos recién nacidas en sus primeras palabras.

Un poco más allá, en Berceo, tan poco más allá, que se va andando y ni se nota, nació Gonzalo, que tuvo una educación esmerada y que profesó como monje – su hermano, también – en el monasterio. Gonzalo es el primer poeta que se conoce que escribe en nuestra lengua y lo hace dentro de lo que se llamó el Mester de Clerecía.

Gonzalo de Berceo escucho las palabras con las que el pueblo llano se hablaba entre sí. “En Román paladino, como suele fablar el pueblo a su vecino” y las recogió y las dejó escritas y las transmitió para conocimiento de todas las generaciones que vendrían después.

Escribió vidas de santos, - textos hagigráficos, tampoco el tiempo estaba para otras cosas – y sobre todo, dentro de lo que aportó, Los milagros de Nuestra Señora. Es algo delicioso, con un poco de fárrago en su lectura. No se puede olvidar ni el tiempo ni para quien estaba escrita la obra.

A La Rioja que hasta hace poco se le consideraba una más de las ocho provincias que componían Castilla la Vieja, se puede ir por muchas cosas: paisaje, gastronomía, cultura, historia… Desde Soria se entra por los puertos de Oncala, el Madero o Piqueras;  desde Burgos, por Salas de los Infantes; desde el País Vasco, por Pancorbo; desde Aragón subiendo el Ebro… Los peregrinos que venían por el Camino de Santiago llegaban desde Viana en Navarra, a Logroño. Ya se sabe, todos los caminos conducen a Roma.

Y aquí uno, ante textos tan sublimes entorna los ojos y piensa: aquí, precisamente aquí, nació la Lengua.

 

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