miércoles, 28 de agosto de 2019

Una hojas suelta del cuaderno de bitácora. Sabiduría de pueblo





Me dijo, en cierta ocasión, mi amigo Juan Gaitán, que en las Facultades de Periodismo enseñaban como algo muy a tener presente y que nunca se debe hacer es comenzar un artículo con un refrán. Llevan razón, casi siempre los profesores; Juan, también.  En ocasiones, la realidad se impone y, entonces, el refranero deja una sentencia que es imposible de rebatirla.

La observación del pueblo – de algunos hombres del pueblo sencillo – predecía, en cierto modo, cuál iba a ser el comportamiento del tiempo a lo largo de todo el año. Se fijaban en su intuición, en la observación de la naturaleza, en la evolución de las nubes, en la emigración de los pájaros… A todo eso lo llamaban, ‘Cabañuelas’. Meses después, siempre había quien corroboraba el comportamiento de la lluvia otoñal o del viento que arrasaba, o de la nevada a destiempo  porque lo habían determinado, en su día, ‘las cabañuelas’.

Solían decir, además – y ahora sí viene lo del refrán – que “en agosto frío en rostro”. Las temperaturas parece que no lo desdicen. A días intensos de calor en la primera quincena del mes han seguido otros más suaves. Claro que esto va por barrios,  y a quien se esté asando vivo en el interior… pues eso. El Solano para unos es abrasador y para otros, al mismo viento que llamamos Levante trae mañanas relativamente frescas y noches agradables. Cada uno en la feria… (y seguimos de refrán).

Dice otro refrán que ‘Septiembre o seca las fuentes o se lleva las puentes’. Septiembre aún no ha llegado. Llama con los nudillos a la puerta. Lo de las fuentes llevan secas desde hace mucho tiempo; lo de los puentes es otro cantar. Anoche el telediario  informó de los tornados – hablan de dos – de Campillos donde llueve ‘sobre mojado’ y de riadas incontenibles que lo han arrasado todo en un montón de pueblos de España.

A todo eso ahora lo llaman ‘gota fría’, calentamiento global, cambio climático, Dana… No sé. Pienso que a lo mejor hay otra manera de llamarlo más castiza, más llana y más directa y que entiende todo el mundo. Eso, sencillamente, es mala leche.


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