lunes, 12 de agosto de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cambios






Dicen que el tiempo es de lo que se habla cuando no hay otra cosa de que hablar. Puede. A lo mejor es que el tiempo tiene más importancia de la que se le pretende dar y lo minimizamos con demasiada alegría.

La televisión ha publicado imágenes de ríos desbordados, pantanos sobrepasados por sus cotas de embalsamiento, gente huyendo y otros evacuados y, lo que es peor, un montón de muertos, casi una veintena, y casi los mismos desaparecidos… A eso en cualquier sitio se le puede llamar tragedia. Aquí lo despachamos con el nombre de tifón  Lekima.

Otra información dice que Andorra ha quedado incomunicada con Cataluña. Un desprendimiento de tierras la aísla de la Seo de Urgell. ¡Qué lejos queda el tiempo en que uno iba a Andorra por un transistor, por mantequilla  y por tabaco! Andorra, además del exotismo que la envolvía,  daba ese algo especial de pasar una aduana en que la Guardia Civil preguntaba, irremisiblemente, si había ‘algo que declarar’ (como si ellos no lo supiesen).

Dicen, también,  que desde anoche y hasta el día 13 de este agosto que, en el sur del Sur nos está machacando con el terral, serán noches ideales para contemplar la fuga de las Perseidas. Yo todos los años les pido deseos – con los Reyes Magos me pasa algo parecido - pero se ve que como deben tener tantas peticiones las mías las dejan para ‘luego’ y ese luego todavía no ha llegado… En fin, cosas que suelen pasar.

Hay otra plaga a la que no le damos importancia. Ahora han abierto brecha, los que se autoproclaman salvadores del planeta, a las flatulencias de la vacas y a los vuelos de avión. Dicen  - en parte es verdad – que sueltan gran cantidad de queroseno, o sea gases contaminantes que traen a la atmósfera loca.  Me  hago dos preguntas. ¿Cuántos de éstos renuncian a usar ese medio de transporte? La segunda, ¿sabe alguien cuántas hectáreas de bosques se van a repoblar cuando llegue el otoño en España?

Ahora que los incendios – arde Gran Canaria - nos arrasan, que los tifones están a su bola en donde hay tifones cada año,  que las Perseidas acuden a la cita,  y  que algunos se empeñan en vendernos la burra  - ende que te vi venir, dije, por la burra…- uno piensa que, aquí,  casi nada cambia; el tiempo, tampoco.



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