viernes, 16 de agosto de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Colón





No hay manera humana de saber donde puñetas nació Cristóbal Colón como tampoco donde están sus huesos. Se los apropian de la manera más acaparadora,  y todos – sevillanos y cubanos – dicen que los que custodian ellos son los verdaderos.

El marino genovés, eso sí, descubrió el Nuevo Mundo perro todo en su vida son enigmas. ¿Era judío y por eso ocultaba muchas cosas? ¿El rey de Portugal no le hizo caso porque lo tomó por loco o porque no tenía dinero? ¿Lo que reveló al fraile Marchena, en confesión, era que realmente ya había estado en América y por eso la reina cambió de parecer inmediatamente?

Ahora que en España, iconoclastas como nadie, no reconocemos a los nuestros todas las grandes hazañas y los vilipendiamos (no hay más que ver el trato que acabamos de darle a Hernán Cortés con tantos disparates publicados a raíz de la conquista de México), el único que tiene garantizado que no lo bajan de la columna del final de Las Ramblas, en Barcelona, es Colón.

¿Qué no me creen? Pero si Cervantes, el Quijote, Santa Teresa o Tartesos eran catalanes, ¿cómo van a dejar que otros se apropien de la figura del Almirante?. Que no, que no le den más vueltas, Cristóbal Colón, catalán…

Un amigo, Joan Mas, experto conocedor de toda la historia de su tierra, Mallorca, y con quien conocí, porque me los enseñó él, los talayots y las navetas  prehistóricas de su tierra,  me lanzó una hipótesis. Verán. La escuela cartográfica mallorquina de los siglos XIII y XIV era la mejor y más preparada de todo el Mediterráneo. Vale. ¿Y si Colón, por un casual nació en Génova, pueblecito mallorquín en el Poniente de la Isla, cercano a Calviá?

Se pueden matar varios pájaros de un tiro: era ‘genovés’, claro. Colón – con  ‘m’ Colom – es un apellido judío mallorquín, la calle de la cadena, cerca de Santa Eulalia en Palma, habla del poderío hebreo en la ciudad y, además, conocía, a la perfección, la Escuela de Cartografía que lo pudo haber llevado antes a América…. Una pincelada más: pide como confianza ante la duda en el mar de los Sargazos,  tres días, si al tercero, les dijo, no hemos llegado, nos volvemos: “Tierra”,  gritó Rodrigo de Triana. Vaya hombre, éste no era catalán, sino… de Lepe. ¡Pasan unas cosas!



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