lunes, 7 de noviembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aracena

Nos vamos hoy por donde dicen que Andalucía se acaba junto a Portugal. Por el Parque Natural de Aracena y Picos de Aroche. Un puñado grande de hectáreas de monte, dehesas y pastizales. Poca gente; pueblos, de encanto.

Hasta aquí llegan los vientos del Atlántico. Su retraso daña el pasto, a la castaña y a la encina y por tanto a la montanera. Inciden directamente  en el cerdo ibérico (que dicen que tiene bonito hasta los andares ).

Te explico. Eso de la montanera no es más que dejan al cochino moverse, suelto, por el monte, desde comienzos de otoño en que se inicia la maduración de la bellota hasta enero o febrero. Para entonces casi ha duplicado el peso. Y luego, la matanza, y el jamón que precisa su tiempo de curación, y...

Aracena además de capitalidad, a la Sierra, al viajero le ofrece un  “milagro de agua y tiempo”. Estalactitas y estalagmitas  en la Gruta de las Maravillas. Crean caprichos de formas y ensueños.

Estás en ciudad vieja. Casi nada - aunque es probables su existencia en tiempos protohistóricos - de aquel pasado. De su origen se han barajado hipótesis.

Que si Plinio, que si Tholomeo, musulmanes…Sea como fuere, en el XIII la toman los Caballeros del Hospital que van en auxilio de la Corona portuguesa en la conquista del Algarbe. Después castellana; con Alfonso X, templaria, y en 1312, cuando se disuelve el Temple, “pasó a depender de  la jurisdicción eclesiástica de Sevilla, constituyéndose un Real Priorato con dependencia de la Corona.

Si subes al castillo, la ciudad se desparrama - blanca de cal y parda de tejas - a tus pies. Veneran a la Virgen del Mayor Dolor. Del Renacimiento quedó Nuestra Señora de la Asunción. Si tienes tiempo, aún, llégate a la ermita de San Pedro, a San Roque y a Santa Lucía, y a la antigua sinagoga –que por nombre ya sabes de qué se trata– y ahora se llama Santa Catalina.


Y si no dispones de tiempo –tienes que hacerlo– y te das un paseo por la calle de San Pedro y no te vengas sin probar el vino que bebe el tabernero. Es decir, los productos de chacinas: todos caros y buenos. ¡Qué menos podría esperarse!
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