martes, 8 de noviembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tesoros

Debo decirte que nos vamos a Fuenteheridos y a Castaño del Robledo. Es tierra de Huelva. Tanto tienen de pequeños como de tesoros de naturaleza viva. Te sorprenderán y lamentarás no haber andado antes por estos lugares de la Sierra ahora que el otoño ha dicho que ya está aquí.

En la fuente de los Doce Caño, estás en el nacimiento del Múrtiga. Más de dos millones de litros - al menos eso dicen los papeles que leí bajo la sombra de los castaños - diarios, y si te das en pasear por el pueblo - no llega a los ochocientos habitantes - te darás cuenta que el color de las tejas confiere identidad de pueblo serrano.

Si te digo que por aquí hay constancia de la presencia del hombre desde el  1300 a. C., y que no hay noticias de la presencia de Roma y sí del tiempo de cuando los musulmanes y que en el siglo XIII, allá por 1250, fue repoblada la zona por castellanos-leoneses, que quizá por esa fecha nació la aldea, pues ya, menos que más, sabes algo de su carné de identidad.

Debes conocer, también, que los caleros llevaban la cal a Sevilla, en competencia con los de Morón, pero eso era en el XIX, que, por cierto, es cuando construyen su plaza de toros. La inauguró Mazzantini.

El paisaje de castaños, alisos, fresnos, álamos, chopos, olmos... te acompañan. La vegetación es un bamboleo de hojas que bajan de las ramas a suelo. No puedes señalar  un rincón determinado. Sólo - y no es poco - te lo vas a llevar en la retina. Es una sinfonía de oro viejo…

Castaño del Robledo es uno de los pueblos más bellos - los otros Galaroza, Alájar, Linares…, en la misma sierra y a diferentes vientos - de Andalucía.


Es preciso y precioso ejemplo de arquitectura popular. Está rodeado de hermosos paisajes, pero, ¡ay! el último censo le daba poco más de doscientos habitantes. O lo que es lo mismo: la lenta agonía de los pueblos de la Sierra.

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