Como cada tarde han bajado los rezneros. Siguen el
curso del río. Buscan los eucaliptos frondosos de la alameda del Hoyo del Conde
para pasar la noche. Los rezneros ponen una puntada de vainica doble en el
cielo cuando la luz declina.
Los rezneros son pájaros pacíficos, gregarios.
Vienen y van en bandas. Se posan con sus patas largas y parece que siempre
tienen sueño. Cuando aterrizan llevan abiertas sus alas blancas; luego, las
pliegan suavemente, con mimo, con mucho cuidado.
En la marisma
y en los lugares donde hay bueyes les llaman “espulgabueyes” porque contribuyen
a su aseo diario y los limpian de insectos y de miserias que llevan incrustadas
en la piel.
En España últimamente parece que afloran muchas
miserias. Ya hay quien no perdona ni las virtudes del contrario. Asisto atónito
a declaraciones de personas a las que tengo por gente con la cabeza muy bien
amueblada. Ahora, el desarreglado, debo ser yo.
En una película de hace un montón de años. Lee
Marvin, el protagonista, asistía a la ruina de un imperio del oro. Alguien le
pregunta si él también se iba. Contesta que no. El otro le razona: hay dos
tipos de gente, las que se van y las que se quedan. Diálogo corto; Ben - que
ese era su nombre - , responde. Hay dos clases de gente. Los que van a alguna
parte y los que no van a ninguna.
¿Con que compañeros de viaje vamos? El periódico
traía hoy la transcripción de la conversación entre el asesino de Guadalajara y
su compinche. Han puesto la guinda, por si faltaba algo. Me quedo atónito.
El campo está entre dos luces. Hoy ha hecho calor de
verano. Las sementeras tintan las lomas de color pardo; esperan la lluvia -
dicen que viene, pero no llega - que
fertilice y empape la tierra.
Hay un bamboleo suave de penachos en los
cañaverales. La naturaleza espera la noche… Bajan los rezneros; buscan una rama
donde guarecerse. Un deje de tristeza va detrás de la estela de estos pájaros
blancos que vuelan pausados, lentos y siguen la estela del río.
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