sábado, 27 de febrero de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El sino

Lo llevamos impreso en los genes. Somos especialistas. Va con nosotros dentro. O vamos ‘contra alguien’ o no somos nosotros. Se nota, se palpa; parece que estamos hasta más guapos. Eso de ir contra algo que se mueva, fenomenal.

Leo.  Hay un revuelo en una ciudad maravillosa; una ciudad, única. La ciudad la baña un río y, en ella, juega todos los días, a la rueda,  la luz,  en el recreo de la mañana. La ciudad se llama Sevilla. Es cuna de arte por los cuatro costados (si me apuran, por arriba, por el cielo; también).

En esa ciudad es donde habla mejor el silencio. Madrugada de Jueves Santo; encierro de Jesús de Pasión; Plaza del Salvador… se arrastran  contra la tarima las zapatillas de los costaleros. ¿Lo escuchan?  “No me tienes que dar porque te quiera…”

A lo que iba. Un grupo, en esa ciudad,  ha decidido, porque si no, no serían ellos,  ir contra las creencias y contra las tradiciones de la mayoría de la gente de la ciudad y, allí, donde el arte tiene casa propia, van y se ponen a sacar pecho con un bodrio infumable. Lo que ha venido después…

Han ido a más. Las Hermanitas de la Cruz tiene el ‘capricho’ – ¡fíjense, que son raras estas monjitas! – de querer a los que no quiere nadie. Les dan de comer, los lavan, los visten, los asisten, los ayudan a morir y les dan lo que no tiene precio: cariño. Pues, contra ellas; también.

Esto no es nuevo. Se repiten los tiempos. En la puerta de Auswitch hay impresa una frase de Arnol Toynbee: “El pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla”. Mira que si esta gente no supiese de aquella intolerancia, ¿o si lo conocen?

Lo acabo de ver en facebook. Un alcalde de mi pueblo de hace muchísimo tiempo suprimió las procesiones (¡vaya novedad!)  y el trabajo en el Día del Trabajo. Se paran los obradores del pueblo; el suyo, no. Oh, mala suerte. Lo cazan incumpliendo su propio mandato…


En carnavales le cantaron: “El alcalde de mi pueblo /  ha prohibido las procesiones / se le van a poner los dulces / duros como piñones”. Se ve que algunas cosillas tienen poco arreglo. ¿Y si ahora le llevamos la contraria y sí lo arreglamos?

1 comentario:

  1. Cuando estudiaba Historia en la Universidad, Arnol Toynbee, tenía malísima prensa, entre los profesores que se confesaban marxistas, ya que, mientras el marxismo representaba lo económico como motor de la historia, Toynbee era el representante de lo espiritual. No sé, querido amigo, si estos de quien hoy hablas tienen claras estas cosas o simplemente actúan con visceralidad y sin pensar. Mi duda no es si conocen el aserto del historiador británico que citas, en la puerta del siniestro Auswitch. Mi pregunta es si, tan siquiera saben, quien fue Toynbee...

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