jueves, 15 de octubre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rioja Baja

El viajero dejó atrás el puerto del Madero y Ágreda y el Moncayo: son tierras donde se acaba Castilla. Y tuvo recuerdos para la tarde aquella que, junto a la Cruz de piedra en Veruela, pensó en Bécquer y se lo imaginaba esperando los periódicos y el correo.

Giró, en Valverde, a la izquierda y se fue hacia Cervera del río Alhama. Entró en La Rioja. Estos pueblos se mimetizan con el paisaje. No se ven hasta que se está en sus cercanías. Cervera es un pueblo grande para lo que se estila por esta Sierra de Alcarama. Tiene dos barrios: Santa Ana y San Gil; en medio ‘La Peña’, con castillo moro. En el Zorro Molinero, icnitas.

Chopos en las orillas del río; salvia, tomillo y romero y en las laderas. Barrancos trogloditas  y hoces. Tejones. Garduños, zorros, conejos. Carreteras solitarias. El viajero no se encuentra con nadie; no hay a quien preguntar. Con lo curioso que es el viajero no tiene con quien hablar.

En Grávalos hacen un magnífico cava. Fue tierra de romanos y,  después, de pastores. Grávalos está en una de las orillas de la Sierra de Cameros. Cornago ve como el río Linares se lleva las aguas al Alhama que se va al Ebro y luego…

Cuando llega a Autol,  el Picuezo y la Picueza siguen ahí, donde siempre, desde siempre. La erosión de la lluvia, del viento y el tiempo modelaron las figuras. El viajero - porque Autol  es zona industrial con un excelente surtido de conservas de huerta -  hace provisión, como otras veces, para los meses de invierno; en Arnedo hará otro tanto con el vino.

En Quel se sienta en un bar cercano al monumento a Bretón de los Herreros que era de aquí y recuerda lo escrito después del duelo que tuvo en Jerez: Dejome el sumo poder /

por gracia particular / lo que había menester:/ dos ojos para llorar.../ y uno solo para ver.”.  Se va la tarde; el río Cidacos sigue su curso hacia del Ebro. El viajero su camino…

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