viernes, 14 de marzo de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El campo

                                              



Está el campo ahíto de flores. Sube la yerba por la lindes, reverdecen los sembrados; se abre el azahar en los naranjos… Todo es perfume, sensualidad, belleza. Proclama como fray Luis de León: “Vino, nos marcó nuestra tarea/ y se fue”.

No sabemos por donde se las andará. Vienen hoy los periódicos…; habla, y no acaba la radio. A uno le entra por pensar que, efectivamente vino, vio y, cuando supo lo que daba de sí el personal, se fue. Estaría harto de tanta hipocresía, de tanto tonto suelto, de tanta maldad agazapada.

Esta mañana, al rato de apuntar el sol el campo se tornó de pinceladas de colores. Y mira que las nubes de Levante entelerañaron el cielo, pero las flores - ¿por qué  las llamamos silvestres? -  se lavaron la cara, se vistieron con la ropilla del día y dieron en abrir con toda la belleza que llevan dentro y, entonces…Todo fue  una sinfonía de color.

Pepe Díaz colgó en facebook, las otras noches, un ramillete de almendras - terciopelo verde - ya cuajadas. Sorprende que ya estén así; Juana Sánchez echa mano al refranero y habla de un marzo con lluvias de noche y días sol; y Marilina, cuelga - como el pan diario - su sorprendente flor de cada día.


El arroyo ya corre claro. El agua busca su ir natural, o sea el río y…el río, ya se sabe. Se ha abierto la primavera con todas las ganas contenidas de un invierno largo y gris. Dicen que por ahí  lluvioso y, a uno, sólo le queda refugiarse y firmar - si lo dejan - junto a San Juan de la Cruz: “Mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura, / y yéndolos mirando, / con sola su figura/ vestidos los dejó de su hermosura…” 

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