lunes, 10 de marzo de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Predilección

                                               

Lo ha publicado SUR. Hace un rato. Diputación – Excelentísima Diputación – ha tenido a bien conceder la Medalla de Oro de la Provincia a Manuel Alcántara. Por muy poco… Esperar a que haya cumplido ochenta y seis años (con letra para que no haya malos entendidos)  me parece que es esperar demasiado.

Ya ves, Maestro, en otros sitios – no es que a ti no te lo hayan dado, que sí te han dado otros premios, muchos premios – cuando tienen una gloria viva como lo eres tú, no es que le den reconocimientos, es que, si es preciso, se los inventan y los crean, especialmente, para ellos.

Aquí somos así. Cuando tú trasponías, en el viejo Gordini, por la Cuesta de la Reina y escribías, rememorando aquello del fandango de Paco Isidro: “aunque me voy / no me voy / aunque me no voy, no me ausento / y aunque me voy de presencia / me queo de pensamiento”. La brisa nacarada de la mar salada subía contigo.

Ya, entonces, cuando escribías desde Madrid…siempre, al tercer o cuarto artículo, aparecía Málaga. No importaba si era desde el Paseo de Rosales o si compartías tertulia con Ignacio o con Josefina Aldecoa, o si era con el maestro Campmany, o con Cesar González-Ruano. Daba lo mismo.

Siempre, en el fondo, estaba Málaga. Ahora, porque decidiste volver – que suerte, que lo hiciste – y porque cambian los tiempos somos otros los que te seguimos. Cientos de lectura, a diario y, otros que son leyendas vivas, como tú: Barbeito, otro Ignacio –Camacho – y un muchacho de Málaga que no promete; es una realidad. Apunta muy alto. Al tiempo. Se llama Juan Gaitán. Escribe en la Opinión.

Tu Málaga, la del paseo del parque donde te siguen saludando, las palmeras, por tu nombre, la del puerto de aguas oscuras, la que mandó a vivir, a un barco, a la paloma de Picasso, te da un reconocimiento.


Tú sabes, Maestro, que ya no hay carreras de  sirenas y delfines en los Baños del Carmen y que, en la calle del Agua, sigue, la Virgen de Gracia, tu vecina de enfrente…y que, algunos, que ya no tenemos quien nos lleve de la mano, nosotros, te seguimos queriendo.

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