sábado, 8 de marzo de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Castillo de las Torres resiste al tiempo y a los hombres



Corona el cerro al que da nombre. Es emblema, santo y seña, referencia… Desde la lejanía se divisa; de cerca, se admira. Los pináculos que sobresalen le dan nombre. Fue castillo frontero durante la Edad Media y antes, bastión cercano a Bobastro y antes…

Los iberos (en el arroyo Hondo, el investigador José María Lopera ha situado varios hornos de alfarería) se asentaron en él; según el profesor Arribas Palau, lugar de fenicios que subían por el río.

El descubrimiento de un gran aljibe, junto a su muralla oriental, con posible prolongación hacia el interior es admitido, casi por unanimidad, por los investigadores como la ubicación de la Iluro romana.

Los árabes lo reedifican en los tres períodos: emirato, califal y talifa. En este último se recrece más. Materiales endebles: adobes y morteros. Su conservación, muy deteriorada. Casi no queda nada de las torres albarranas ni de la muralla. Lienzos sueltos. Alguno, incluso  - como el ‘mojón’ del barranco – incrustado en la población.

En 1434, Diego de Ribera, Adelantado de Andalucía pone cerco. Es primavera. “Por encima del adarve / quedado se había un morico / con una ballesta armada / y, en ella puesto un cuadrillo…” Lo cuenta: “Álora, la bien cercada”. Es uno de los romances más bellos de la épica castellana. Lo decía Menéndez Pidal, y si lo dice don Ramón…

También por primavera –  junio, por más señas y 1484 – lo toman (desde el siglo XII habían fracasado todos los intentos – las tropas de los Reyes Católicos. Viene al mando el Rey Fernando. Sobre el suelo de la mezquita principal se construye la primitiva parroquia de la Encarnación. En 1755 las secuelas largas del terremoto de Lisboa la echó por tierra.


Varias veces –con alternancia de tiempos - cementerio. Hasta finales del siglo XX. Ha vivido ‘gracias’ a la muerte. Ahora, con más dificultades de  las deseadas llevan a cabo obras de conservación. ¿Más datos? Otro día podemos volver. Hoy, sólo pinceladas sueltas.

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