domingo, 9 de marzo de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Justicia para Mónica

                                   

A media mañana la gente se echó a la carretera. Una marcha de manifestación. Casi cinco kilómetros de distancia - desde su casa a la puerta del Ayuntamiento - y una distancia sideral entre el dolor y  el porqué a una pregunta sin respuesta.

Mónica era una amapola que abría en la incipiente primavera. Una obra mal conservada, una imprudencia y un ¡vaya usted a saber qué¡, le hizo emprender el viaje definitivo para ella y, la sepultura, en vida para todos los suyos.

Un canal mal embovedado, una malla que debería servir para lo que se hacen esas cosas y que sin embargo, no servía, un cemento pasado de fecha… todo lo que se aporta cuando ocurren estas cosas. Lo cierto que una vida que empezaba a abrir al sol de la primavera  se truncó para siempre.
Y, viene, lo que viene. ¿Qué más cosas tienen que ocurrir para poner remedio? ¿Cuántos muertos hay que poner sobre la mesa para que quien tenga que tomar las medidas las ponga?

Estará el medrador de turno sentado tras la mesa de la delegación rizando el rizo para no crear problemas al que tiene por encima. ¡Ay, silloncito de mis entretelas y coche oficial y suelto seguro¡ ¡Ay, de la poca - ¿poca?, no ninguna- vergüenza de quien tras el puesto de responsabilidad la elude. Una vez más, paños y más paños calientes. Todo para nada. Todo un palabrerío hueco.

En una mañana de marzo, vecinos, amigos, conocidos, con su alcalde –que se representa a sí mismo y, a los que queriendo, no pudieron ir-  a la cabeza han pedido justicia. Bien por ese alcalde y, por otros políticos, a quienes no ha importado jugarse el puesto y ponerse del lado de quien sufre y pide justicia: Han recorrido un camino largo en la distancia; insalvable en la pena.


Está a punto de reventar la primavera. Sólo que este año faltará una flor, la flor más bella, la de  la vida de una niña que se abría pero que la desidia de los hombres la truncaron como quien siega, sin mirar, ni cómo ni donde, en la más hermosa de las praderas. ¡Justicia para Mónica!

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