martes, 18 de abril de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cara Ancha

 

 

                                      


18 de abril, martes. De ‘Carancha’ (1848-1925), torero de otro tiempo, sabemos porque don Antonio Machado lo subió a la gloria literaria en su poema “De lo efímero: “…que vio a Carancha recibir un día”, que pasó a la historia del toreo, entre otras cosas, por aquella faena al toro Calceto, en Madrid, el 19 de junio de 1881 y por la biografía de Diego León García…

Dice Diego en una prosa limpia, carente de adornos innecesarios, pero sin prescindir de los esenciales – “mató a Girladillo, un toro negro”, “vestido de grana con alamares de oro” el día de la confirmación en Madrid o que aquel día, 21 de noviembre, “el frío fue impresionante” en La Malagueta - que este hombre de familia acomodada, natural de Algeciras y muerto en Aznalcázar vino a dejar las cosas en su sitio. Vivió en la época de oro del toreo entre finales del XIX y en el primer tercio (de tercios tiene que ir la cosa) del XX.

Eran los tiempos de Lagartijo, Frascuelo, Mazzantini…, las figuras, después vinieron El Guerra, Espartero, El Gallo... Entre ellas, José Sánchez del Campo, que era su nombre de pila; Carancha, el del cartel. Tenía sitio propio, tan propio y tan suyo que a pesar del paso del tiempo su recuerdo aparece siempre con la pátina que se les conceden a los grandes de verdad.

La biografía está muy documentada. El autor es hombre minucioso. Ha escudriñado documentos, partidas, crónicas, papeles viejos. Ha sacado fechas, momentos, lugares en las historias del toreo o del torero que en este caso se entrecruzan y se aprietan como cuando se encuentran dos manos entrelazadas.

Dice Diego A. León que en Madrid se le negaba “el cariño” (tampoco es una novedad, Madrid siempre ha tenido su torero y pienso en Gregorio Sánchez o en Antoñete, por ejemplo, en la segunda mitad del XX. Eso no lo dice Diego, lo digo yo) y buscó por ‘provincias’ la gloria – que manera más despectiva de valorar a alguien – camino de la retirada y así culmina faenas en León, Valladolid, Algeciras o Bilbao donde alternó con Guerrita o Reverte (“la novia de Revete tiene un pañuelo / con cuatro picaores / Reverte, en medio”, que cantaba la copla). A lo que iba dice Diego que “mató recibiendo a Giraldillo, de Muruve… ¿Se entienden ahora los versos de Machado: “re-ci-bien-do”…?

Diego León García ha escrito una obra memorable. Para regalarnos como él lo ha hecho una biografía con la precisión, la riqueza de datos y las puntualizaciones hay que saber mucho de una figura. Él la conoce. Su pueblo, a donde se retira con María de las Nieves estoy seguro que ha valorado todo lo que tiene de aportación única una obra como ésta.

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