26 de febrero, sábado. Su nombre científico, Beta vulgaris, y es ‘familia’
de las remolachas y espinacas. Oriunda de Europa meridional, donde crece
espontánea y recibe un sinfín de nombres atendiendo a su origen. Si es bravía o
si procede de cultivos. En Madrid, según el catálogo del Jardín Botánico, si
viene de Chinchón se la conoce como acelga, si es de Aranjuez, espinaca, si se
ha cultivado en los Santos de Humosa (en el Corredor del Henares), acelguilla….
Es una verdura muy peculiar. Se cultiva en todo
el mundo y es una hortaliza propia de los meses de invierno, aunque no se
descarta su producción y posterior consumo en los meses de otoño.
De la acelga se aprovecha ‘todo’, es decir, la
hoja de color verde frondoso con las nerviaciones muy marcadas, y la penca, que
es blanca. La cocina sabe sacarle rendimiento y aparece en numerosas recetas. Su
sabor dulzón combina bien con otras hortalizas y legumbres, principalmente con
el garbanzo.
Su cultivo es bianual. Florece en el segundo
año de la siembra (puede ser por semillas o por plantitas) pero no es óbice
para que se pueda consumir al poco tiempo de su plantación, en cuanto consigue
un desarrollo apropiado. Las acelgas piden una tierra ligera y riegos moderados
sin encharcamientos.
La materia orgánica le proporciona un
crecimiento espectacular y es pasto apetecido por caracoles, babosas, grillos y
pajarillos, que cuando tienen poco desarrollo, picotean sus hojas tiernas.
Es muy baja en calorías, inferior a 20 kcal por
cien gramos. Se utiliza en las dietas de adelgazamiento. Se aprovecha, también
su riqueza en fibras que facilita de gran manera el tránsito intestinal.
Su consumo tiene un efecto depurativo y
diurético debido a la gran cantidad de potasio que contiene, previene las
cataratas y las enfermedades cardiovasculares…
En cuanto a los nutrientes, aportam vitaminas
A, B1, B3, B5, B6 y B9, además de la E y la K. Son ricas en minerales y calcio,
sodio, potasio, cobre hierro y fósforo. Vamos, una mina (con lo poco que me
gustan).
Además es rica en ácidos grasos como el Omega-3
luteína, flavonoides, y zeaxantina (que no tengo ni zorra idea que son pero que
al documentarme para escribir estas líneas… pues eso, y betacaroteneo que dicen
que fortalece las células. Ayuda al sistema inmunológico y propicia a controlar
el colesterol.
Visto lo visto, hay aparcar los gustos y a
consumir ¡acelgas!
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