martes, 1 de febrero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El pajarito del agua

 

                  

                      

               Carbonero común


1 de febrero, martes. La mañana está radiante. Sopla el aire de poniente… Oh, el poniente ese que dice el refrán que ‘las llueve’. ¿Será verdad? Una calima tenue, suave, como una manto de gasa sucia se ha extendido por el cielo y le ha privado del azul pureza que a veces nos regala. Las primillas aprovecharon las térmicas tempraneras y ya están en sus oquedades del castillo…

Desde el campanario, a media mañana han emprendido el vuelo una bandada de palomas. Han dado varias vueltas. Son esos círculos conocidos que todas las palomas hacen antes de retornar al palomar y dejar allí que pasen las horas entre arrullos y peleas en competencia para obtener el mejor sitio.

Despuntan las sementeras con mucho tiento. Vamos, que no nacen, ni hacen que verdeguen las lomas de Virote, de Panza Burra, de El Chopo, de Mendieta… En estas fechas tendría que ser una alfombra verde, tupida y espesa, donde la cebada temprana, roto el caparazón de la tierra, sintiese las caricias de  las mecidas con la sinfonía del viento.

Dice el refranero que “En febrero busca la sombra el perro”. Ayer en Málaga tuvimos veinticinco grados de temperatura. Eso es una locura. La gente se fue a la playa y disfrutaba de la arena. Pienso que el agua tiene que estar aún fría. No se puede cerrar el mes de enero con esos dígitos en el termómetro. Tenemos sobre nosotros una ruina que quizá algunos no la están tomando en consideración….

En los naranjos de la huertas cantaban los chamarines. Son los pajarillos más tempraneros para hacer sus nidos. En el ciprés de la esquina de la alberca, un carbonerillo, el de la banda negra sobre su pechera amarilla, se deshacía en su canto monocorde. Yo, ingenuo le pregunté:

-         Pajarito del agua ¿va a llover?

Y él, como quien no quiere la cosa y acostumbrado a hacer lo que le viene en gana, me contesto:

-         Sí, señor, sí señor, sí señor

Y yo, que soy muy preguntón, insistí:

-         ¿Cuándo?

Y no me contestó. Y vi que arrancó el vuelo y se fue hacia el níspero de invierno de Enrique y luego… luego, yo seguí en mi interior con la misma pregunta, ¿cuándo, cuándo? Y no obtuve tampoco respuesta…

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