lunes, 15 de noviembre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mediados de noviembre

 

                    


15 de noviembre.- A media tarde, me he llegado hasta la huerta. Tarde soleada y placentera. La luna creciente – debe llenar muy pronto – en el cielo. Ni una nube, ni una pizca de viento. Los granados ya casi vestidos de Gracia de Dios y oro viejo…

La vida de siempre. Se ha roto el interruptor del motor que saca el agua del canal. Los electricistas han venido a ver el estropicio. Diagnóstico. No tiene arreglo, o sea uno nuevo. Antes, las cosas no se rompían con tanta facilidad. Bueno, mejor, antes es que no había esas cosas que se rompen con esa facilidad porque la electricidad no había llegado al campo.

Una bandada de palomas se soleaba con el sol tibio de otoño. Al sentirme se han asustado y han levantado el vuelo. Luego, han retornado. Las he visto picotear. El tibio sol de otoño doraba en la lejanía las cumbres de El Torcal. Recostados en sus faldas, Los Nogales y la Joya… Desde la lejanía ofrecían una estampa placentera. No era bucólica pero casi. El campo está seco. No hay nada que dé verdor a esas lomas. Las semillas no han nacido después de la sementera. Una ruina.

 

Las televisiones se vuelcan con las disputas de los políticos. Uno piensa en ocasiones, si alguna de esta gente que cobra al final de mes, son dignos de la nómina y de las prebendas que reciben por el simple hecho de ‘ser vos quien sois’.

Anoche a altas horas de la madrugada, una vez digerido el pésimo partido de fútbol entre las selecciones de España y Suecia, eché un vistazo por azar, por esas cosas que, a veces se hacen de manera mecánica, a la Andalucía, ayer y hoy de don Antonio Domínguez Ortiz. Magnífica obra. Profunda y documentada. Sin florituras. El profesor recorre la historia con la precisión de quien no se deja llevar por veleidades y modismos. Asombra también, el desconocimiento que sobre nuestra propia tierra tenemos la mayoría de las veces.

En alguna ocasión cuando he pasado por la calle Goya de Madrid, y he podido leer  las placas, a ambos lados de la puerta de acceso al Instituto Beatriz Galindo ‘La Latina’, informando que allí impartieron clases de Literatura y de Historia Gerardo Diego y Antonio Domínguez…

 

 

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