martes, 23 de noviembre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rorate coeli

 



Antequera, a finales de noviembre, huele a canela y azúcar moreno, a malahúga y ajonjolí, a roscos, mantecados y anís, a alfajores de almendras recién horneados con leña de olivo, que dio su fruto y fue por el camino del silencio al molino y se hizo  divino ungüento…

Antequera, al caer la tarde suena a revuelo de campanas  de conventos de monjas que tocan los ángeles anunciando el Adviento: “Rorate coeli Derramad, cielos el rocío de lo alto / y la nubes lluevan al Justo”. Y se prepara para lo que está por venir… porque dice el calendario que vienen tiempos nuevos, y luego, eso sí, el Rey de los Cielos y las escarchas de enero y…

Los pájaros, los rezagados pajarillos que no quieren recogerse, se refugian en los árboles del parque y la espadaña de San Zoilo ve cómo pasan las nubes que van camino de alguna parte, antes, solo un poco antes que la noche se eche sobre ellas y sobre los cerros, y la caliza de El Torcal se cubra con un manto de estrellas…

Antequera sabe de amistad añeja que se revive con el reencuentro. Se habla y se habla y se cuentan cosas de cuando uno era niño… “porque ¿sabes?, dice, cuando vinimos al examen de ingreso nos alojaron en la Pensión Toril….” Y el niño de entonces ve cómo en la calle – sobresale de la fachada - un cartel de letras negras sobre un amarillo viejo  que ha perdido el nombre de ‘pensión’ y ahora ya es ‘hotel’ ¡Ay que ver cómo cambian las cosas con el tiempo”.

Antequera es un asomo de monumentos: Madre de Dios, San Agustín, Los Remedios… Por cierto, media calle Infante don Fernando – Estepa, para los amigos – levantada por obras. Seguro que en la próxima vuelta habrá una sorpresa con algo nuevo y bueno. Parece que eso aquí es norma y si no que lo digan las plantas de ciclamen en la plaza de San Sebastián, frente a la Cuesta de Zapateros. Un detalle de buen gusto. A lo mejor las ha puesto para que la belleza del  Angelote deje competir con la del Efebo y con la Venus y sean ellas las flores, en su sencillez, a ras de suelo… “Derramad, cielos, de lo alto el rocío…” Pues eso.  

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