martes, 30 de enero de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¿Arde París?

 

                             


30 de enero, martes. La novela de Larry Collins y Domique Lapierre, de 1964 comienza con la pregunta del Hitler al general Choltitz responsable de la defensa de París. A sus puertas las Fuerzas Aliadas y las de la Resistencia Francesa. Se cumplían cuatro años de ocupación…

Un poco después, en 1966 René Climént  llevó  la novela al cine. En la adaptación le puso el mismo título. Miereille Mathieu, el “ruiseñor de Avignon”, con su voz gutural inigualable que evocaba a Edit Piaf, puso la canción. Entre otras cosas pregonaba: “Lanzan las granadas / en las calles de fuegor gris/ alzan barricadas/ hay cuchillos en París”. Los jóvenes de entonces escuchábamos la escuchábamos y eliminábamos los interrogantes.

Algo parecido nos ocurre a aquellos jóvenes de ayer y viejos de hoy. “Arde París”, pero no arde por una guerra que entonces terminaba sino por otra que, ahora, se ha extendido como un reguero incontrolado. Ahora, es el campo quien pone cerco a París.

El campo de Europa clama por la incompetencia de muchos políticos de sus países y por el fracaso de la Unión Europea incapaz de hacer frente a un problema agobiante. El campo arde. Arde con fuego real en verano; en otoño y en invierno por carencia de infraestructuras para llevar agua donde hace falta; y arde porque no puede aguantar más una ruina que le pesa como una losa de toneladas de injusticias acumuladas sobre sus cabezas.

No estoy -¡por Dios!- contra las ayudas a otros países. Estoy contra las aberraciones de muchas decisiones de personas que están apartados de la realidad. Legislan y llevan la ruina a cientos a miles de familias que no pueden vivir con la renta que les proporciona el campo. Quiero pensar que es por incompetencia y no por otros intereses inconfesables.

Están muy pintorescos esos pueblos de la España vacía – a mí me gusta más que vaciada – porque la gente se ha ido. Se han tenido que ir. Muy pocos reparan que detrás de esa casa cerrada está la tragedia de familias enteras que tuvieron que emigrar porque ellos también tienen ‘la mala costumbre de comer’.

Los agricultores franceses han cercado París. Dicen que los de España les hacen la competencia de manera desleal. Saben que es mentira. Ellos son los grandes beneficiados de la política agraria comunitaria. La Unión Europea pide a gritos una refundación en muchas cosas. De Unión, nada de nada. Al campo me remito. Hace aguas a pesar de la sequía que atosiga. Obviamente, me refiero a otra clase de aguas. Agricultores y transportistas se preguntan ¿Arde París?

No hay comentarios:

Publicar un comentario