domingo, 21 de enero de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El tren de la Ruta de la Plata


                   


 Vía verde entre Béjar (Salamanca) y Hervás (Cáceres)


21 de enero, domingo. La Vía de la Plata es un eje de comunicación norte-sur que une las ciudades de Sevilla y Gijón. Entre ambas, casi un millar de kilómetros. Los romanos crearon una calzada para llevar mercancías y personas entre ambas poblaciones. En la Edad Media fue un trasiego de tropas que participaban en la Reconquista; luego, el camino por el que subía lo que venía de América.

Su nombre se deriva de la creencia que por ahí subía la ‘plata’, es decir el metal precioso. Luego, esa plata era una manera de potenciar el comercio y el intercambio sin la obligación de transitar por el centro de la Península.

La Vía de la Plata parte de Sevilla o de Gijón, para el caso, lo mismo. Toca las Comunidades Autónomas de Andalucía, Extremadura, Castilla-León y Asturias. Salva Sierra Morena entre Andalucía y Extremadura y la Cordillera Cantábrica entre Castilla-León y Asturias.

Su paisaje, muy variado: Dehesa entre Sevilla y Santa Olalla del Cala; la Tierra de Barros; Vegas del Guadiana, en Mérida; Valle de Ambroz y Sierra de Béjar; Campo Charro, en Salamanca; Tierra de Campos en Zamora; el Páramo leones…

Comarcas bellísimas con una riqueza ornitológica, paisajística, agrícola, ganadera y forestal de primer orden; un desierto humano, en otros muchos lugares. El abandono de las administraciones ha hecho que en algunas zonas la emigración haya sido la ‘primera ocupación’; en otras, la prosperidad, a duras penas, ha conseguido sobresalir.

La carretera N-630 sustituyó al tren. El abandono de este medio ha sido de tal magnitud que en algunos lugares se han perdido hasta las estaciones y la vía y las han convertido en “vías verdes”. Algo insólito, sustituir un tren por un paseo. Bellísimo, es verdad, pero… ¿Quiénes son los responsables?

Hoy se han echado a la calle cientos de vecinos de muchas de esas poblaciones. Reivindican la recuperación del tren que vertebre y lleve riqueza y estabilidad económica a la zona (¡casi mil kilómetros entre el Cantábrico y el Guadalquivir) Una quimera que tiene más de sueño y de anhelo que de realidad. Desde el Ministerio de Transporte les han  respondido que la solución a esa petición “está en pañales”. Me acuerdo de dicho: “blanco y en botella”

Es una pena cómo el abandono de ciertas zonas se ha tragado sueños y potencialidad. Pienso en el desarrollo de los ferrocarriles británicos en las tierras Altas de Escocia donde el tren llega a donde no llegan los coches. Parece increíble, pero es cierto. ¡Qué envidia, por Dios, qué envidia!

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