miércoles, 31 de enero de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El cartel



31 de enero, miércoles. Se ha liado. Normal. Media Sevilla dice, que no; de la otra media, un cuarto acepta la ruptura de moldes y le parece bien; el cuarto que queda mira al río. Precisamente, en Sevilla, donde  -¡cómo será la cosa! - todavía la copla se pregunta si la Parrala era de la Palma o si era de Moguer…  Y, ahora, aparece el cartel.

Hay quien dice que la Semana Santa es la menos santa de todas las semanas del año. No sé. Es cuestión del color del cristal con que se mire. Tampoco me paro mucho ante el análisis. Miro y veo. Lo dijo el maestro Alcántara: “entre el mirar y el ver se queda el viento…”

Eduardo Aute, retrató España y lo lanzó a modo de canción. Repasaba cada una de las regiones (ahora habría que llamar ‘pueblos’) y daba pinceladas de cada uno de ellos. De nosotros, de los que vivimos al sur del Sur, nos venía a decir: “imagínate una tierra donde África es hermana / donde la gente bebe en la Semana Santa…” Hablaba también de Venus con sonrisa de gitana que no deja de ser bonita, pero no exclusiva.

Pienso en la Sevilla barroca de Ocampo, Pedro de Mena, la Roldana, Ruiz Gijón, Martínez Montañez, Juan de Mesa... Pienso en cristos sanguinolentos, retorcidos de pasión y dolor y coronados de espinas. Pienso en el Concilio de Trento y en los que vino después y aún arrastramos…

Reparo en Vírgenes con ¡rosarios¡ en las manos, puñales de plata en el pecho y rostrillos bordados. Eso no está sacado de aquella tarde de Viernes Santo por la calle de la Amargura o del pie de la Cruz con aquello de “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Con Pepe Rosas tuve el enorme privilegio de conocer las procesiones de Sevilla (la Semana Santa es otra cosa) y con su sabiduría, y de su mano me llevó a las penumbras de los templos, a las esquinas, a los recovecos de las calles. Supe del silencio del Gran Poder o del restregar de los pies de los costaleros con Jesús de Pasión entrando en el Salvador; el Perejil, cantaba una saeta. Fuimos año a año, un día, cada noche…

Recuerdo el comienzo del pregón de Barbeito donde decía que “parece que es la hora y no es la hora / parece que está todo y falta algo…”. Y, me pregunto, y ¿si es la hora porque “parece que amanece y… es la aurora”? Tengo algo seguro: “Dios es Amor”.

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