domingo, 7 de enero de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cicerón, antiguo pero muy actual

 


7 de enero. Domingo Marco Tulio Cicerón y Gayo Antonio Híbrida fueron Cónsules en el año 63 a.C. Él, Primer Cónsul; Gayo, el Segundo. En Roma, el Cónsul era la más alta Magistratura del Estado y se ejercía de manera colegiada.

Cicerón además de político fue un brillantísimo orador y dejó escritos que aún hoy tiene actualidad. Como político fue un hombre implacable, durísimo con sus enemigos, sobre todo contra Catilina, usó la violencia sin piedad e hizo bueno aquello de quien a “hierro mata, a hierro muere”.

Su oratoria afilada y cruel era el terror del Senado. Su palabra, demoledora. Hoy la estudian los estilistas de la clase política como método para destruir y hacer añicos al enemigo. Las piezas oratorias que empleó contra Catilina – Catilinarias - son un modelo a seguir en el uso de la palabra asamblearia. Es proverbial el comienzo de una de ellas: “Usque tándem Catilina patientia nostram abutare… “(¿Hasta cuándo Catilina vas a seguir abusando de nuestra paciencia?)

En cuanto a sus piezas literarias son notables, entre otras, De amititia (Acerca de la amistad); De Officiis, Acerca de los trabajos y quizá y sobre todas ellas De senectute (Acerca de la vejez). Un tratado con una actualidad asombrosa.

“Nada nos envejece tanto, dijo, como pensar que envejecemos. Y nada nos mata tanto como considerar continuamente que hemos de morir”. Llegó a afirmar, incluso, que no todos lo viejos son iguales. Sin embargo, él no vivió la vejez. Murió con 63 años – entonces sí podría considerarse una edad muy avanzada – hoy no se considera así.

Llegó a afirmar incluso que la petulancia y el libertinaje es propio de los jóvenes, pero no de todos, sino de los no virtuosos. Algo parecido ocurre con la necedad en la vejez que no significa que afecte a todos los viejos.

Su cabeza y su mano derecha, después de asesinado, se expusieron para escarnio público en la calle.

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