sábado, 17 de diciembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Perote

 


17 de diciembre, sábado. Casi con las primeras luces del alba – aún el sol no había apuntado por el Cerro del Espartal – el perote bajó por el Tajo de la Quera,a la estación para coger el segundo tren de la mañana. El primero, el de las Seis, hacía ya un rato que se había ido.

Cuando llegó a la estación, sacó el billete. Luego, se acercó a la cantina y le preguntó a Diego que estaba detrás del mostrador.

-         ¿El “Mixto”…?

-         A su hora, contestó, Diego sin más explicaciones.

Al poco tiempo un repique prolongado de la campanilla que concluyó con dos golpes: tan, tan…

-         De arriba, dijo alguien que conocía por el tañido de la campana la procedencia del tren.

El Mixto era una composición que venía de Antequera y Ronda y que se formaba, unida, en Bobadilla. Entró por los sifones de Zumaquero majestuoso con un chirrido metálico que anunciaba que el tren venía frenando. Al llegar a la estación, se detuvo. Una nube de vapor salió de los bajos de la máquina. La gente se vio envuelta y parecían fantasmas que emergían de la niebla.

Los vagones eran de maderas – los asientos, también – se ascendía por jardineras situadas en los extremos. En un lateral tres III informaba que aquel vagón era de tercera categoría como si el Mixto tuviese otras. Al poco tiempo un silbido largo de la máquina anunció que continuaba la marcha, y se perdió por el túnel.

Cuando llegaron a Málaga había bullicio en la estación. El perote, cruzó la calle y en se adentró en el quiosco de Gregorio.

-         ¿Qué va a ser? Preguntó un camarero.

-         Un ‘machaco’ y un mitad doble, con dos ruedas de tejeringos…

El perote subió por calle Cuarteles, anduvo por las ferreterías de ‘El Martillo’, y luego por la de Temboury, en la esquina de Liborio García … Necesita unas puntillas de un largo especial – en el pueblo no las había – para terminar una corraleta que estaba haciendo…

Al mediodía, se tomó unas gambitas con mucha sal, en Calle Comisario, y después almorzó, en Casa Matías, unos “serafines”  - maimones enmascarados, pensó – y una fritura malagueña…

Después, se sentó en la puerta de la Cosmopolita y en una servilleta escribió bien visible: ni compro lotería ni me limpio los zapatos. A media tarde se dio un volteo, y se fue hacia la estación. En Casa Catalina compró unos cartuchos de pescado frito para los niños…

1 comentario:

  1. Pepe, eres un fenómeno. Tu hoja suelta del cuaderno de bitácora es un maravilla.

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