miércoles, 7 de diciembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Al pie de El Hacho


                                 


                       Santuario de Flores. Álora (Málaga)

 

7 de diciembre, miércoles. Decía Santiago Rusioñol que un pueblo con árboles, con agua y con gente pacífica por fuerza tenía que tener un convento. Que se sepa Santiago Rusiñol nunca estuvo en Álora, pero sí marcó los puntos apropiados para determinar parte de la belleza de los pueblos, y sin él saberlo dejó a flote algo que sí tenía Álora.

En Álora, agua, lo que se dice agua, no hay mucha. No es un pueblo de manantiales exuberantes. Por sus alrededores afloran un puñado de fuentes de las que siempre se sirvió la población que andaba por sus contornos. La fuente de la Zorra, el Quebraero, Canca, la fuente de la Cañada del Chamizo, la fuente de Juan Rajao, Paredones, la fuente de las Monjas, Matiañez…

La Hedionda es un manantial de aguas sulfurosas que desde tiempo inmemorial el pueblo llano la usó como agua medicinal por su alto contenido de sulfuro. Su olor, pestilente. Sobre su superficie cría una costra que dice de la presencia del mineral. El pueblo en una degeneración fonética la conoció siempre como la “jeyonda”. “Una niña con rasquiña /todo el cuerpo se monda / y el médico le ha mandado / el agua de la jeyonda” (Popular)

Tuvo un convento y un Beaterio que se conoció como ‘convento de la Monjas’. Desapareció en los desgraciados años de la Guerra Civil. El ‘convento’ por antonomasia siempre ha sido el Santuario de Flores.

La Virgen de Flores vino de la mano de los hijos de Encinasola (Huelva). Llegaron a finales del siglo XV cuando los Reyes Católico enfrascados en el final de la Guerra de Granada reclutaron gentes en aquella zona del entonces Reino de Sevilla.

Dice la tradición que erigieron, tras la conquista, una emita, en las faldas de El Hacho, donde entronizaron una imagen de la Virgen con la misma advocación de la de su tierra. El Santuario comenzó a levantarse casi un siglo después, en 1590, cuando el Concejo de Álora pidió a los frailes franciscanos del convento de los Ángeles de Málaga que hagan una fundación en la localidad.

En 1592, fray Diego, prior del convento malagueño inicia las obras del de Álora. En sus dependencias viven frailes de la Orden Franciscana en su rama de ‘Recoletos’, o sea los más puros observantes de las Reglas de la Orden. Viven en Flores hasta 1835 en que son exclaustrados por la desamortización de Mendizábal.

En Álora, a Flores se acude unas veces por dar un paseo; otras, por rezar a la Virgen y echar un rato, mano a mano con ella…

 

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