viernes, 17 de septiembre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mikis Theodorakis

 

 


Hace unos días saltó la noticia de su muerte. Uno de los grandes conocedores del folclore griego y por consiguiente de su música que se hizo universal sobre todo cuando le puso la banda sonora a la película de Cacoyannis, “Zorba el Griego”, en 1964 que protagonizaron Anthony Quinn e Irene Papas. En la película se conoció el Sirtaki, composión de danzas griegas recopiladas por  Giorgios Provias para la ocasión.

Mikis Theodorakis nació – ha muerto en Atenas con noventa y seis años -  en la isla de Quíos, donde se dice que también nacieron el padre Homero e Hipócrates, en el mar Egeo, no lejos de Turquía. Sus raíces tomaron savia de varias culturas que luego supo reflejar en su obra a la que dio un sello muy personal, y no exenta de la originalidad en una creación que envuelve, conlleva y no deja indiferente.

¿Quién en alguna ocasión no se ha sentido formando parte de una danza como el Sirtaki?  Anthony Quinn llegó a manifestar que no podía bailar en la película por un problema en la rodilla y que entonces ideó arrastrar la pierna… Más de una vez, al sonar la música del Sirtaki algo en nuestro interior ha hecho elevar el sentimiento y el deseo de apoyarse con la mano en el hombro amigo que ayuda en la situación.




Mikis Theodorakis fue un hombre comprometido social y políticamente. Llegó a luchar contra el régimen de los Coroneles. Tuvo que exiliarse e incluso, en algún momento, sufrió cárcel y deportación conjuntamente con su familia en su propio país.

En España dejó una obra que muchos desconocen. En 1959 compuso la melodía de la película “Luna de miel”, dirigida por Michael Powell. Un auténtico fracaso, llena de tópicos ruborizantes. Un desastre comercial en toda regla. La discográfica de Gloria Lasso, encargó a Rafael de Penagos una letra para aquella música…

La cantante catalana grabó la canción y aquellos mensajes que llegaban desde las sesiones de discos dedicados, y barrieron en las emisoras de radio de la España de los años sesenta, que se iniciaba a una apertura tímida pero imparable en todos los sentidos.

A Beethoven se le identifica con la Quinta y la Novena Sinfonía, a Borodin con el Principie Igor, a Grieg con Peer Gynt, a Theodorakis con Zorba. No es óbice para que no existan otras grandes obras, pero…





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