lunes, 23 de septiembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cerro Gordo





En verano se va - el sol - por la sierra de Mijas; el espectáculo, soberbio. Algo increíble… Lo he visto muchas veces.  Sé de qué hablo. Pero hay otro, con el mismo protagonista, aún mejor…

¿Me permites el consejo? Sube hasta Cerro Gordo – Punta de la Mona entre La Herradura y Maro - pasado el solsticio de invierno a finales de diciembre o primeros de enero como más tardar. Si tienes la suerte que coincides con luna llena, entonces, el espectáculo de los que difícilmente se olvidan. La luna se eleva por detrás de la sierra de Almijara y el sol se hunde, poco a poco, en el horizonte. Baja lento, suave, despacio; lo engulle el mar. Pongamos que hablamos del mar de Alborán. El cielo se torna violeta, rojo, naranja, amarillo, rosa... Imposible intentar describir el espectro de colores. Debes comprobarlo por ti mismo. Acurrúcate al abrigo. Oye el silbo del viento entre los pinos. Abajo, el mar profundo viene una, y otra vez, y otra vez, contra las rocas. Déjate acariciar por la noche que llega solapadamente... Las traiñas, en la lejanía, encienden la luz de pesca...

Debes saber que estás en un Paraje Natural Protegido. Para tu buen conocer sólo dos pinceladas. En tierra, al igual, y sin saberlo te has topado con las especies de Limonium malacitanun y los Rosmarinus tormentosus; en la milla marina que se adentra en el mar fondos de Posidonia oceánica y Zostera marina forman praderas de gran riqueza y complejidad biológica por las que nadan, a sus anchas, la morena y, entre las rocas, el mero. Dice el refrán que “de la mar el mero y de la tierra el cordero”, pero la avaricia y la pesca furtiva casi los acabó. Cosas de los hombres...

El paisaje merece la pena. Hay que detenerse; contemplarlo sin prisas. Sube hasta la torre vigía. Se construyó en el XVI para paliar la indefensión de labradores y pescadores. Con señales de fuego, ahumadas durante el día y candelas por las noches podían recorrer, en varias horas, cientos de kilómetros. Ya sabes, la supervivencia...

Te llevarás, también, la sorpresa de ver, ¡ay!, como el mal entendido progreso devora a dentelladas - ladrillos y cemento – inexorablemente, el monte y trepa y trepa, ladera arriba hasta que no les quede ya un solo palmo  por destrozar…

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