viernes, 13 de septiembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luis







Un mensaje de Barbeito, hace unos días, me da el aldabonazo:

-         Oye, ¿sabes que Luis Álvarez Duarte está en la UCI con un ictus muy grave?

-         No. No lo sabía…

Me quedo de piedra. De esa piedra fría que es en la que se esculpen las noticias de dolor, de tragedia,  de impotencia porque hay gente que uno quiere que no se nos vaya nunca.

Me repongo un poco. Lo llamo. Le digo que me informe de algo más. Hablamos; me cuenta:

-         Pablo Blanco me ha dicho, que según los médicos, tiene muy difícil salir de ésta…

Ya se ve los médicos muchas veces, en ésta que no debía ser, pues ha sido, se salen con la  suya. Los médicos van por otros parámetros diferentes a los que van los deseos de quienes, en la otra acera, sentimos admiración, cariño, respeto… por esos seres excepcionales que, en ocasiones, bajan a la tierra.

Conocí a Luis Álvarez Duarte una noche en la Hermandad del Huerto de Álora. Celebraban aniversario. Él les había realizado don tallas únicas: Jesús postrado Orando bajo un olivo en Getsemaní y el Ángel que le ofrece el cáliz… Ese Ángel, precisamente, se ha expuesto en una antológica en el Palacio Episcopal de Málaga. Antonio Luis Ciézar, amigo de Luis, consiguió que esas dos maravillas se procesionen en la noche del Domingo de Ramos en Álora…

Barbeito me ha había contado algunas cosa que les unían a los dos. Cuando le informé de su venida a Álora, me dijo que le diese un abrazo de su parte…

-         Don Luis, me acerqué, le traigo un abrazo de Antonio García Barbeito…

Me acogió con un cariño, con una amabilidad, con una generosidad que solo llevan por dentro los que son grandes, muy grandes de verdad…

-         ¿Tú, sabes, me dijo, que sus pies son los pies de un Cristo que tallé para América?

-         Sí. Lo sé. Me lo contó Antonio. Él iba por la calle, en sandalias, usted lo vio…

Le dije también que sabía lo de la lápida de la tumba de su padre y…  

Don Luis que ahora, seguro, en cielo habrá codazos por tenerlo sentado a su lado, me contó cosas, muchas cosas; otras cosas. Estuvimos hablando. Son esos ratos en los que a uno se les hace siempre corto, muy corto el tiempo… 

Descansa en Paz, Maestro.

1 comentario:

  1. Una gran pérdida, querido Pepe. Con lo que todavía era capaz de hacer...
    Me alegra que pudieras conocerlo, y que yo "estuviera" en ese encuentro. Te mando un abrazo, amigo, y mi enhorabuena por tu exquisito texto sobre Luis.

    Antonio García Barbeito

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