lunes, 30 de septiembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aforaos





El político se blinda con la capa de la Ley. Lo protege ante un  cambio de viento. El político siempre mira, primero, por él y luego, también. Se pone la venda antes que aparezca el grano. No, no va por ahí el agua al molino.

En el campo, a la previsión de cosecha,  se le llamaba ‘aforo’. Este año, hablaba entre sí la gente, me han ‘aforao’…Expresaba la cantidad estimada que podría conseguirse. Aún el sistema métrico decimal no se había implantado. Si se pesaba algo era con la romana y casi siempre se expresaba el resultado en libras. El kilo vino después, muchos después.

Los cítricos tenían una manera de contabilidad especial. Se hablaba de ‘cientos’ y ‘manos’. El pilero, cogía las piezas y contaba y al final, siempre había la coletilla “ciento y uno”. Era una mano de ‘gracia’ para el comprador y siempre en contra de quien lo había sudado. Ya se sabe que quien se acerca al campo, como muy poco, se lleva polvo en los zapatos…

En un vara de mimbre, el hombre que, en cierto modo, era responsable de cómo iba la cosa marcaba con la navaja unas muecas. Eran los cientos; los millares, tenían una una raya más grande, más señalada de tal manera que, las manos marcaban el ciento y los diez cientos el millar. Era la sociedad donde el analfabetismo imperaba.

Al trigo se le daba un trato distinto. Eran la cuartilla, la media fanega y la fanega las unidades de peso; el raero, debaja el colmo en su sitio. Había otras maneras de medir ´-almuz, medio almuz -  pero eran unidades más pequeñas y para uso doméstico. La previsión se expresaba en semillas y el año que el trigo ‘venia’ a cuarenta o a cincuenta semillas eran años buenos. En otros, en cambio, no se ponía la era…

En la Fuentarriba medio arreglaban – ahora, también – el mundo. Era el mentidero oficial. Había quien sabía de todo más que nadie. Era algo así como la autoridad a la que, muchas veces, la realidad desmentía. Dos amigos se encontraban delicados  de salud. Deciden acercarse ante aquel fielato carente de piedad…

-         Vamos, a ir, le dice uno al otro, a la Fuentarriba, a que nos aforen, el tiempo que nos queda….

Duro. Real. ¿Alguien puede aforar qué tiempo falta para que venga un pechaíta de agua con vergüenza?

No hay comentarios:

Publicar un comentario