domingo, 15 de marzo de 2015

Una hoja suelta de cuaderno de bitácora. Gorriones

Pillos, astutos, inquietos y curiosos. Tienen el plumaje como tirando a marrón sucio, el pico gordo por la base y duro;  las patillas como las ideas de algunos políticos españoles cortitas y agarrotadas.

Con esto de la primavera que se anuncia están un poco traviesos. Revoltosillos. Vamos que se las andan buscando pareja porque hay que perpetuar la especie y hay que empezar a meter broza ya mismo.

Esta mañana estaban a la greña en los cipreses de enfrente. Parece que volvían del debate de hace unos días en el Congreso y que se recordaban, entre ellos, algunas cosillas que se habían dejado olvidada ente los folios y papeles que llevaban en las carpetas. No sé, apreciaciones que se me ocurren.

Estos puñeteros hacen los nidos debajo de las tejas. No sé si cobran comisión (del tres por ciento, no hablamos, ¡por Dios!) con algunos albañiles del  pueblo por lo de  retocar luego, cuando llegue el verano, los tejados para que con las aguas del otoño no se mojen las casas…

Los nidos de los gorriones son otra historia. No hay pájaro (las cigüeñas, son algo más que pájaros y trabajan sobre los nidos anteriores) que busque más yerbas secas, palotes y brozas para hacer un nido confortable. Y, no se los digan ustedes a nadie,  pero tienen verdadera predilección por los canalones y por los bajantes de agua…

Los más listos son los de las estaciones y, de entre las estaciones, los de Cártama será porque como están más cercanos a la Costa del Sol…; los que suben, las mañana de sol de verano en busca de los granos a los trigales de las lomas ¡ni les cuento!


Aunque para contar me quedo con lo me contó el Maestro Barbeito: anida en España, nace en España, crece en España, come en España, vuela en España, muere en España y no anda en España… porque como va dando saltitos. ¡Maestro, te quedaste conmigo como con un gorrioncillo de pueblo!

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