domingo, 8 de marzo de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Grúas

 Las grúas nuevas del puerto, desde lejos, son cinco jirafas gigantes que se equivocaron de paisaje. El mar no es la sabana de acacias con espinas en los troncos y  en las ramas, con las bajeras comidas hasta donde alcanza el cuello largo de esos animales desgarbados.

Estas jirafas metálicas tienen otros andares. No son los andares cansinos que le  miden los tiempos al tiempo. La llanura que tiene enfrente es azul, plateada, brillante…, depende del día y de la hora. Por el horizonte cruzan los barcos que van a alguna parte.

Por entre los hierros de las grúas del puerto pasan las brisas. Están engarzados, asidos entre sí con un sinfín de tornillos y soldaduras. Las grúas del puerto saludan cada mañana al sol del amanecer que aparece por Levante; luego, le dice adiós jugando al escondite con la Sierra de Mijas.

Decidieron modernizar el puerto. Hicieron un malecón nuevo. O sea, el  morro ya estaba más lejos y los gatos que iban a la caza de los cebos de los pescadores tenían un montón de rocas más para buscarse los pescadillos que servían de cebo; otras veces, su ‘pesca’ era en el zurrón perdido de vista. Ya se sabe lo listos que son los gatos.

Los cruceristas llegarían en barcos muy grandes. Como ciudades que se echan a la mar. Venían de puertos lejanos. Y ya no tenían tan a mano las palomas del parque que le hablaban de tú al Maestro Alcántara cuando era muchacho.

Y pensaron también, miren por dónd, en unos mecanos gigantescos. Como las Torres Florentino se ven desde El Escorial, no quisieron ser menos y decidieron que la gente  viese las grúas desde Cártama o desde lo alto de la Cuesta de la Reina o desde que el Melillero sale por la bocana del puerto… de Melilla.


Son feas. Rompen, desentonan. Me decía, hace unos día,s un amigo desde la barandilla de Gibralfaro: “lo que le faltaba a La Malagueta era esos bichos metálicos”: Por cierto, caía la tarde, unos torerillos de escuela toreaban un toro imaginario en la arena dorada de la plaza. Pero las grúas… ¡vaya por Dios, se lucieron con el invento!

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