jueves, 29 de mayo de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. A orillas de la Ribera...



Pasado Sevilla, el camino más corto va por la Ruta de la Plata, - ahora autovía, magnifica- hasta la desviación como para Aracena y Portugal y luego se sigue el mapa. Dicen que todos los caminos llevan a Romas, así que…

       “Estrellita marinera
       que vas caminando al norte
       dime si podré llegar
       a Encinasola esta noche”.

Y porque sabes que estás en tierra de Juan Gualberto -  el ministro de Fernando VII -  y que tienen por patrón a San Andrés y a la Virgen de Rocamador, que vino de Francia por tierras de León de manos de caballeros de otro tiempo, y a la de Flores… La copla le cantó algo tan único, tan bonito, tan sublime:

       “A orillas de la Ribera
       está la Virgen de Flores
       patrona de Encinasola
reina de los corazones”

Y porque, si cruzas el río Múrtiga, está Barrancos que es Portugal, y porque yo quiero mucho a María López y a su hijo Antonio – que pasa las horas detrás de la barra del bar sin perder la sonrisa – y a Lorenzo y a Fermín Adamez que trabajaba en Sevilla y, a Remedios, su mujer, y que sueñan en su pueblo y, me abrieron los entresijos de sus corazones y las puertas de sus casas y me dijeron que era la mía..., sabrás que has llegado a Encinasola.

Tienen fandango propio:

“Yo planté en un maceta / la semilla del encanto / con lágrimas la regué / y la flor salió llorando tuvo la culpa el querer”, o  “Niña son verdes tus ojos / como la olas del mar / pobre del que se mire en ellos y  si no sabe nadar.”

 Comparten historia con Álora. Le dieron su Virgen de Flores (las guerra no siempre, necesariamente, traen todo lo malo) y la manera de ser, de entender muchas cosas, de vivir...

                                   “Para patrona bendita
                                   la de mi pueblo, señores,
                                   es morena y chiquitita,
se llama Virgen de Flores
y es pá mí la más bonita”.


Yo, no sé tú, cuando me he vuelto, las veces que he estado,  que han sido unas pocas, y la he dejado entre jaras, en el último  recodo del camino,  siempre he llevado el nudo en la garganta del que se deja algo suyo detrás de sí. Y dice un “hasta luego”, que siempre tarda en llegar...

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