sábado, 3 de mayo de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tunos


Se han llenado, este fin de semana, las calles del centro de Málaga con las notas diferentes, pillinas y pincantes de una concentración de Tunas de toda España y Portugal. Colorido de cintas y becas; capas largas; laúdes, panderos, bandurrias y guitarras han puesto música de otros años por el centro cosmopolita de una ciudad muy vieja con Universidad nueva.

Han cantado, las Tunas, recuerdos de bocas lindas, con labios como claveles, y con mocitas empeñadas en no darlos y, el tuno, en que sí… Nos ha recordado que en Santiago, donde dicen, que la lluvia es arte, siguen las calles mojadas por el llanto de la niña. ¡Ay, del amor perdido!, y que Fonseca sigue triste y sola…¡Lo que son  las  cosas!

Han venido con un fin filantrópico excepcional: ayudar a los niños con problema oncológicos. ¡Chapeau, tunos! Ante eso uno quiere que se sigan enredando en el viento las cintas de las capas estudiantiles que se mueven por algo tan noble. Dice el periódico que ha sido la Tuna de Magisterio quien ha movido el encuentro.

Qué lejos  queda aquella vieja Escuela del Ejido, y las prácticas con don Pedro Correa y alumnos de colmillos retorcidos: “Práctico o caramelos de los buenos o ya sabes lo que te espera”; la excelencia de don Rafael Vela, de doña Manuela, de  don Rafael Bravo, don Pío Verdú, doña Coral Parga, don Álvaro, doña Angustias… “¿doña Angustias, qué le han echado los Reyes? Unas botas… ¿Otras?”


Se las han andado, por la Judería, por la plaza del Obispo, por el novísimo Museo Thyssen o por el remozado teatro Echegaray – algunos españoles escribieron a la Comisión de los Nobel, informando que no era merecedor del premio - ¡País! Los tunos,  han puesto otro color, el de la generosidad y la música. ¡Viva la Tuna!

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