miércoles, 6 de septiembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Preludio de otoño


                       


6 de septiembre, miércoles. Ha entrado septiembre con una Dana -eso que dicen que trae mucha agua a algunos sitios y en otros, ni gota, y es verdad – que ha barrido parte de la Península. Ha dejado un reguero de comentarios y un deseo de que la próxima vez que llueva, donde lo ha hecho, que se venga con un poquito de más moderación.

El campo se ha pespunteado de barbechos en espera de agua y sementeras. Entonces, cuando llueva como tiene que llover, aparecerá la otoñada y se echará sobre sus hombres un manto verde…Se han ido las golondrinas, los vencejos y las tórtolas; han aparecido los primeros petirrojos.

Estamos en el preludio del otoño. Es tiempo, también, de maduración de algunas frutas. Es momento de vendimia, de paseros y arrope, de que se pongan pintones los caquis, las castañas, las nueces, las bellotas tempranas…

Mecidas por la brisa, en los granados, la única fruta coronada, ha esperado a septiembre para reventar en granos de pulpa dulces de almíbar y sensualidad. Hechizo arrancado del jardín del edén…

Dicen los que saben que la granada es muy rica en hierro, que la trajeron los que vinieron de tierras lejanas y que en nuestra tierra - su cultivo - ha pasado por momentos de esplendor, alternando con otros donde a su valor no se le tuvo un aprecio especial. Naturalmente, éstos nunca patearon la tierra de Eche, Almoradí o Albatera.

Se criaban los granados junto a los cauces del agua que llevaban las acequias para regar el campo. En primavera, pasado el esperpento desnudo del invierno, una mañana se ponían el ropaje de hojillas nuevas, y luego una flor diminuta con pétalos y sépalos rojos y el dentelleo de la corona y, después el fruto escondido que esperaba su tiempo.

La luna del verano le dio misterio de nocturnidad. Parece que el granado es confidente de amantes, árbol de guardar secretos, de espera en silencio y, cuando llega su momento da lo mejor de sí. Y entonces, se rompe en granos rubíes. Y es sensualidad, poesía, encanto, como el amor que al igual espera…

Al final del verano, los granados vestidos, encierran aún una sorpresa. Vendrá una tarde de lluvia de otoño. Entonces, se habrán vestido ya de oro viejo y, lentamente, de manera callada, dejarán alfombrado el suelo. ¡Oh, luz de Dios!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario