viernes, 9 de junio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Álora. Historias y Leyendas. Mariquita "la del diablo" y V


                           


9 de junio, viernes. El hombre lo reconoció. En su vuelo alocado impulsado por una fuerza incontenible pudo alargar el brazo y coger la cruz de madera que colgaba sobre el cabecero de la cama de Mariquita. La arrojó sobre la niña que estaba tapada bajo las mantas tiritando de miedo. El hombre cayó desplomado sobre el suelo. Una niebla densa lo cubrió todo. Era una niebla negra, espesa, mal oliente. Al rato el hombre pudo incorporarse, la niña tenía los ojos completamente desencajados. No podía articular ninguna palabra. El hombre se acercó a una mesa cuadrada, en la cocina, donde su mujer había dejado caer la cabeza sobre sus antebrazos y se había sumido en el sueño profundo del que no se despierta nunca…

Cuando apuntaba la luz del alba al otro lado de los montes, enmudecieron los gallos. Aquella mañana tampoco cantaron los pájaros… Las campanas de la iglesia doblaban con sones agudos y graves, acompasados…. Nadie daba explicación de lo ocurrido. Cuando la tarde llegó a la mediación, a la puerta de la casa se personó la manga de la parroquia escoltada por dos ciriales de latón que semejaban que eran de plata. El cura llevaba sobre sus hombros una capa pluvial negra, ribeteada de bordados con hilos amarillos y una estola también negra; las sotanas del sacristán y la de los monaguillos eran igualmente de color negro. El cura, acompañado por el sacristán entonó:

                                        In paradisum deducant te angeli… y con la voz de barítono, se agregada, el sacristán a la salmodia.  Cantaban:

                                In tuo adventu
                                Suscipiant te martyres,
                               Et perducant te
                               In civitatem sanctam Jerusalem.

Las campanas doblaban con sones entrecortados, alternaban los graves y los agudos. Así desde muy temprano, sin pausas. Aquel día ningún hombre salió al campo; las mujeres tenían la puerta entreabierta; los perros no ladraban y buscaban donde esconderse; no andaban los gatos por los bordes de los caballetes ni las palomas volaron a beber el agua clara en el arroyo... Todo era dolor y silencio.

Pasaron los días, los meses... Se fueron las tórtolas; las cumbres se cubrieron de blanco, volvieron las golondrinas…Una y otra vez. El hombre y la niña era dos sonámbulos. No hablaban. No participaban en nada de lo que ocurría en el pueblo que, poco a poco, retomaba la normalidad, pero nadie comentaba nada de lo que había ocurrido aquella noche lejana cuando las monjas del convento de la Encarnación comenzaban a rezar completas.

Muchos años después un día dejaron de ver a Mariquita “la del diablo” y a su padre. Nunca nadie supo más ellos….

El niño, sentado en suelo, había escuchado con atención a su madre. Sus ojos unas veces iban a la cara de su madre y otras, a la ventanita de la casa de la casa de Mariquita, “la del diablo” esperando una respuesta que no llegaba…




 

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