10 de noviembre,
jueves. La parroquia de la Encarnación de
Alora es un soberbio templo manierista atribuido a Pedro Díaz Palacios, maestro
de obras, de la catedral de Málaga. Se inscribe dentro de los grandes templos
columnarios y su construcción se llevó a cabo entre 1600 y 1699. Fue concluido durante el pontificado de
Bartolomé Espejo y Cisneros.
Los Reyes Católicos tomaron Álora en junio de 1484. Mandaron
construir un templo bajo esa advocación de Nuestra Señora de la Encarnación
sobre la mezquita principal del castillo de Las Torres.
El actual sustituyó al primitivo, deteriorado por los
años. Cuando se toma la decisión de hacer el nuevo ya se había quedado pequeño
y la población se había desplazado, paulatinamente, hacia las laderas del cerro.
Su expansión era incontenible. El Terremoto de Lisboa (1755) en el siglo XVIII
supuso su destrucción total. Del primitivo solo se conserva la capilla – gótico
flamígera – y el campanario que aprovechó el antiguo minarete.
El nuevo templo se dotó de tres naves y un presbiterio
coronado por un retablo obra de los antequeranos Márquez y Vega y dorado por Martínez
Primo. Una representación de los cuatro evangelistas, ocupan los ángulos de las
esquinas. Son las que más piden la restauración por su descascarillado
progresivo.
En el resto de los apóstoles la conservación también
es muy deficiente. Al comienzo del siglo XX dos de los frescos fueron tratados
por el pintor malagueño José Moreno Carbonero. Pasado el tiempo, el resto de la
colección reclama una actuación pertinente llevada a cabo por manos expertas
antes que sea tarde.
No se conoce el nombre del autor, aunque críticos de solvencia
la atribuyen a un pintor antequerano que siguió la huella de Goltzius, (1558-
1616), pintor y grabador flamenco. Sus estampas de grabados tuvieron una gran
difusión en toda Europa y por supuesto en España.
Sus primeras obras son de estilo manierista; sin
embargo, tras un viaje a Roma en 1590 adoptó un estilo más acorde con el
neoclasicismo, aunque más contenido. Después de 1600 comenzó a experimentar con
la pintura de paisajes, creando una verdadera escuela paisajística que no sólo
influyó en la pintura flamenca, sino que se difundió por toda Europa. Un
seguidor suyo, Bartolomé Aparicio, dejó su impronta en la sacristía del
Hospital de San Juan de Dios en Antequera. ¿Fue el mismo que pintó los frescos
de Álora, que ahora piden una actuación urgente?
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