lunes, 8 de febrero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Añorando a Paco

 

 

 

                                 


 

Tiempos convulsos, revueltos, llenos de aires raros en todas las esquinas. El viento de la pandemia va por  donde quiere y se vuelve y avanza y…Uno se siente con las alas cortadas, no sabe hacia qué tejado levantar el vuelo y recuerda a los amigos y se llena de añoranzas.

Hoy hace ocho años que se nos fue Paco, Paco Rengel, mi amigo. ‘Yo siempre haciendo amigos” solía decir, como una manera de pregonar su independencia en un mundo difícil y de intereses. Fue capaz de practicar el periodismo libre sin que nadie ‘le marcase el camino a seguir’. Hizo lo que otros no tenían el coraje de hacer.

Era el mejor especialista  que había en Málaga  - pespuntes de nácar en las olas de la caleta - escribiendo de Baloncesto. Su hueco ha sido difícil de llenar. Hay otros. Saben y conocen el mundo en el que están inmersos pero Paco le daba un sello especial, tan distinto, como Pla le ponía a las crónicas de sus viajes o Delibes a los  apuntes de la caza….

Paco era un niño grande. Mucha alma en mucho cuerpo. Nunca dejó de ser niño. El niño aquel que correteó por las calles de El Palo y que, a veces, iba a Pedrera, el pueblo de su padre, o venía a Málaga. La gente de El Palo va y viene a Málaga, como los de Santurce o Baracaldo van o viene a Bilbao. Ya se sabe, cada uno es de donde quiere ser.

Luego vivió el baloncesto en San Estanislao. Allí, se empapó de la canasta, del aro, del encestar y…, la cosa no quedó solo en la cancha. Paco la agrandó tanto, que hizo de su vida una cancha enorme donde él se daba siempre a pesar de que no fueron pocas ni las zancadillas, ni los codazos, ni los tapones...

Paco se nos fue una mañana de febrero cuando el sol llamaba a las puertas del alba. La noche se resistía por la torre de la catedral y se agarraba al rebalaje en un murmullo de olas.  Se fue físicamente, de la otra manera… ¡Ay! De esa es prácticamente imposible que el niño grande, amante de la gastronomía, - nuestro Gastronómico lleva su nombre - generoso hasta la extenuación, cofrade del Cristo de los ojos vidriosos, su Cristo de la Expiración, se nos pueda olvidar porque lo mande la caída de las hojillas del calendario.

 

1 comentario: