martes, 23 de febrero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Saint Jean Pied de Port

 

                         


 

Media mañana de un día soleado de verano. Ni frío ni calor. Ha llovido durante la noche. El campo está verde y la yerba mojada. Viene un aire fresco, reconfortante, un aire agradable que acaricia la cara y deja un punto de satisfacción por dentro. Se rezuma la humedad acumulada. Es el verano del Pirineo.

La ciudad se asienta en torno al río Nive. Vista desde aquel lado, es la Nueva Aquitania, Pirineos Atlánticos; desde este, pertenece a la Baja Navarra, la Navarra de Ultrapuertos. De uno y de otro, norte del País Vasco, al pie de la enorme cordillera – ‘que nos separa de Francia’, que se cantaba en la escuela de los años cincuenta con el puntero ante el mapa de hule ajado - y antes que se abra la llanura francesa enorme, inacabable.

Cautiva. Uno transita por un dédalo de calles antiguas con toques de modernidad. Un puente con baranda de hierro cruza el río cerca del Prisión de los Obispos. Café de Remparts, café de Navarre… Tiendas de flores, recuerdos. Tiendas que ofertan productos para bocadillos, quesos, charcutería, bebidas, utensilios para andar el camino…

Casonas de fachadas grandes. Algunas están a nivel de calle, otras tienen varios escalones para acceder. Las esquinas se rematan con bordes de piedras. Dan consistencia y una originalidad que no se ve en otros sitios. Enormes dinteles, ventanales con visillos que no dejan ver lo que hay al otro lado. Los balcones están ahítos de geranios rojos...

Está rodeada de un bosque frondoso: alisos, tejos, hayas, avellanos… A medida que se inicia la ascensión – es el comienzo del Camino de Santiago -  desaparece la vegetación y se abren los prados de alta montaña: pastan ovejas, vacas, caballos, cabras lanudas… Están indiferentes al paso de los peregrinos. Vienen de tantos sitios y a todos los mueve algo diferente a los otros. Solo les une un objetivo en común: hacer el camino.

Muy temprano, los primeros peregrinos se han echado a andar Generalmente es una fila larga, interminable. Un goteo constante. Son desconocidos. Luego, poco a poco, y antes de coronar el puerto de Ibañeta, aparecen las primeras agrupaciones. Tres, cuatro… la gente, por la dificultad o porque el hombre es un ser sociable, se une a otros que hacen la misma ruta.

Por delante, solo quedan alrededor de ochocientos kilómetros…

 

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