sábado, 6 de febrero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Von Trapp

 

                                    


Dicho así a lo mejor no suena mucho. Si les digo Christopher Plummer, a lo  peor,  tampoco. Si echamos a volar eso del recuerdo, y a su nombre se asocia el de Julie Andrews y se pone un título de película: Sonrisas y lágrimas  Entonces se desencadenan las notas de un musical.

El actor ha muerto a los 91 años y ha trabajado como quien dice que hasta ayer tarde. Nació en Toronto, en Canadá y ha muerto en Estados Unido,  en Connecticut, después de haber dedicado toda su vida a la interpretación en el teatro o en el cine. Le reconocieron su mérito artístico, con la concesión de un Oscar con 82 años en 2012. Todo lo que viene a decir, que nunca es tarde…

Dicen de él que era un hombre amable, de exquisitos modales en el trato y con una enorme sensibilidad. Realmente, si los críticos dicen eso de él, no debió costarle mucho desempeñar el papel del capitán Von Trapp en la película  donde la música fue el hilo conductor para enseñar una vida donde, además de los problemas familiares, se agregaban la convulsión política del hitlerismo que avanzaba sobre la sociedad austriaca entre las dos guerras.

Hitler había llegado al poder en Alemania, desde Münich hasta Berlín y después ya se sabe lo que vino: nazismo en Alemania y expansión, y la sombra de la esvástica,  a lo loco por media Europa. Una guerra y una catástrofe, de la que aún quedan coletazos.

La película muestra unas imágenes bellísimas de Austria, del Danubio o de los Alpes dentro de una convulsión política sin precedentes, donde algunas mentes – entre ellas la del capitán Von Trapp – se oponen a lo que ven que se les viene encima.

Por medio el amor, una monja que abandona el convento cuando encuentra el sentido a su vida, un puñado de hijos con unas dotes de oído y un gusto por la música fuera de lo normal. En estos tiempos de tantas lágrimas, aunque por una causa diferente a los momentos que se reflejan en la película, uno casi añora quedarse con las ‘sonrisas’ que tanta falta nos hacen, y si de como broche final, se les pone esos paisajes donde florece el edelweiss, la mítica flor de los Alpes, pues entonces…

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