viernes, 5 de febrero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Preludio de primavea

 

 

                                


Anuncia el campo la llegada de la primavera. Se ha vestido con el manto verde, quiere decirle adiós al invierno, y como un minueto de Bach, desgrana una sucesión  de notas, aunque el músico de turingio nunca conoció estos paisajes salpicados  con las pinceladas blancas del caserío disperso, con las sombras de las nubes que pasan, con los azules de su cielo…

La Sierra de Abdalajís,  corta los vientos fríos que vienen del norte. La sierra es una muralla caliza entre el mar y las llanuras de la Subbética. Forma parte de la gran cordillera del Sur, la Penibética, desde el lejano Cabo de Gata (¿se sumerge y se prolonga por las Baleares?) hasta Gibraltar.

La sierra – entre la Huma y la Capilla – está hendida por el puerto de Flandes, en el término municipal de Antequera y le debe su nombre a un sastre, Andrés de Flandes, que acompañaba al ejército de los Reyes Católicos,  cuando a finales del siglo XV,  emprendieron el final de la Guerra de Granada contra el reino Nazarí.

A la caída de la sierra, en la falla por la que corre el arroyo de las Piedras, aunque no se ve,  el Valle que tomó el nombre de Abdelazis, cuando la invasión en el 711.  Comienzo de la dominación árabe y el final. Por en medio, ocho siglos, guerras, disputas, tiempos de paz y de hostigamiento, una cultura y un poso del que formamos parte.  Cuando se quiere reinterpretar la historia a modo y conveniencia… Pues eso. Es tema para otro día.

Enfrente, El Torcal. En sus faldas, en los Prados de Eslava nace el arroyo de las Piedras – proliferación de cantos rodados - que dando tumbos, como todos los otros arroyos de esa vertiente, aportan sus aguas al Guadalhorce. Casi en la cresta Los Nogales, la Joya y la Higuera… pedanías de Antequera. Tierra de cereales:  la Alcubilla, los Cabritos, los arroyos de la Atalaya y el del Aljibe, que más abajo, cambia de nombre por el de arroyo del Espinazo del Perro.

A tiro de vista, en el centro, Virote o el estipendo de jornal que recibía un hombre por su trabajo del día, y las lomas de El Chopo donde cantan las alondras cuando viene el día y el viaducto del AVE, progreso de comunicaciones que acorta las distancias, y las sombras de nubes para dar fantasía a los sueños.

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