sábado, 10 de septiembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Antonia Contreras

Dicen que la belleza navegaba en góndola con encanto de violines por los canales de Venecia. Vilvaldi la cazó al vuelo, se deleitó y compuso Las Cuatro Estaciones. El cura pelirrojo aportó una página esencial a la Historia de la Música.

Dicen que el embrujo subió por el río de las marismas entre campos de arroz y toros negros que comen margaritas entrecortando chorros de plata en las noches de luna llena, y cuando llegó a la Puebla…, Morante  le citó de frente, hizo un bucle de seda y se sacó de la manga la media  marca de la casa.

El pellizco del cante, el duende y el quejío andaban sueltos, perdidos… Buscaban un refugio donde acunarse y una voz de terciopelo. Lo encontraron y dieron por salir de la garganta de una mujer con talle de junco de río y…

Primero, la garra del Amor Brujo. Falla, en su voz por tierras de Francia y Canadá;  luego, bajo una noche de estrellas, en La Unión, se rasgaron muchas cosas en el cante por Mineras: “Es negro como el carbón /el futuro en esta mina / aquí se pierde la estima / aquí sufre el corazón / ¡ay!, aquí se acaba la vía…”Antonia Contreras ponía su firma al pie de página en la Historia del Flamenco.

De la entraña de la tierra / como el duro mineral / adentro de mí tú estás / tan firme como la piedra / que no se pué barrená”. Antonia  canta por Malagueñas, Tangos, Rondeñas, Verdiales, Guajiaras; domina las Granaínas: “Los tercios de granaína / se me agolpan cuando canto/ tus recuerdos encanto / que dejé por las esquinas / por quererte yo a ti tanto”.

Hecha a sí misma. Autodidacta. A su casa, a la radio de su casa, llegaban las ondas de unas emisoras lejanas. Traían aires de cantes, de otros cantes; la reclamaban para darle sitio propio en el Cante Grande. Su vida ha sido un camino con espinas; demasiadas. Nadie le regaló nada. Todo a pulso: “Con mucha constancia, cuidando todos los detalles”.


La Lámpara Minera buscaba un techo para colgarse. Lo hizo en el lugar más cercano al corazón: en el pecho de Antonia Contreras.  Ella puso el cante;  Juan Ramón Caro, la guitarra; Paco Acosta, la letra. ¡Grande, Antonia, grande!,  y además, de las nuestras.

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